Además de los sillones de relax que nos dan un masaje vibratorio y liberador de tensiones, ahora nace la silla que nos abraza. Un diseño que no está pensado para alimentar el ego del diseñador si no para el tratamiento de personas autistas. Su función consiste en ayudar a controlar los sentimientos a través de la técnica de la “presión profunda”.

Un abrazo lento y mullido que nos induce a la relajación. Siempre que la silla Bas Kools te deje levantarte porque a mí me ha dado un poco de claustrofobia eso de estar tan presionada…Me gusta el concepto de que te abracen los muebles por lo que tiene de surrealista. Pero si empiezan a fabricar sillas que abrazan lo próximo serán las camas y ya me entendéis, que nos abrace el mobiliario no me pone mucho.

Prefiero otro tipo de iniciativas más carnales como la del movimiento Free Hugs que ha roto fronteras. Hay gente que se ha sumado al movimiento en todo el mundo: Nueva York, Polonia, Corea, Canadá, Zurich, Roma, Dusseldorf, Kiev, Barcelona, Valencia, Tel Aviv, etc.

Creo que a veces todo lo que necesitas es un abrazo. ¿Lo prefieres de una silla o de una persona?