Educar diente por diente y cuanto antes, es el secreto a voces de la medicina preventiva en salud bucodental para tener una buena dentición infantil y también durante el resto de nuestra vida. “El 60% de los problemas bucodentales que presentamos de adultos se podrían prevenir con un tratamiento precoz en la infancia” explica el Dr. Alberto Canábez, odontólogo y especialista en odontopediatría de la Clínica Dent. 

La eficacia de una correcta salud dental comienza con la primera visita al dentista. Pero ¿cuando es el momento adecuado para llevar a un niño a hacerse una revisión con el dentista?

Odontólogos expertos recomiendan que la primera visita del niño al dentista se realice con la erupción del primer diente. “La mayor causa de la desatención buco-dental infantil no es una cuestión sólo de educación familiar sino más bien de conciencia social “,  explica el Dr. Canábez.

Actualmente, un niño menor de diez años sólo acude al dentista si tiene dolor. Pero, “esperar hasta ese momento es un grave error porque el tratamiento será mucho más agresivo y traumático” asegura este especialista. Y esto tiene consecuencias muy negativas ya que, el dolor afecta en la conducta del niño y éste se muestra reacio a colaborar con el dentista. “Este comportamiento infantil puede tener secuelas en el futuro” amenaza este especialista. La mayoría de los problemas bucodentales presentes en adultos se podrían haber prevenido con un diagnóstico precoz y aplicando un tratamiento indoloro y no invasivo.

¿Quién es el odontopediatra?
Es el especialista encargado del cuidado de la dentición infantil. Estos pacientes necesitan unas técnicas de tratamiento diferentes a las de los adultos. De no ser así difícilmente se podrán llevar a cabo de forma exitosa los tratamientos.

Por eso, la figura del odontopediatra (dentista pediátrico), un especialista poco conocido entre la población española pero muy reconocido en países como Estados Unidos donde se reclama su experiencia desde hace varias décadas, es fundamental y relevante.

¿Cómo llevas tus dientes? ¿Y los de tus hijos?