Aunque este año cae muy tarde hay que empezar a mentalizarse antes de coger un avión para ir de vacaciones esta Semana Santa. Siempre nos acordamos de las cremas protectoras solares, el bikini o ese nuevo modelito que nos hemos comprado y nos olvidamos que en los viajes, sobre todo si son superiores a cuatro horas, se duplica el riesgo de sufrir una trombosis. Esto es lo que vulgarmente conocemos todos como ‘Síndrome de la Clase Turista’. El nombre no deja de resultar irónico ya que en los aviones de algunas compañías aéreas, sobre todo en los tipo charter y ya no te digo nada en los low cost, se reduce muchísimo el ancho de los asientos y el espacio entre las filas para aumentar así el número de pasajeros. ¡Vaya, que uno va como sardinas en lata! A mi amigo Ernesto le pasó el año pasado, volviendo de Río de Janeiro y nos dió un tremendo susto.
¡Cuidado una abeja! ¡Aparta no te vaya a picar! Seguro que os suenan estas frases, yo creo que todos las hemos dicho alguna vez. Luego la cosa mejoró cuando conocimos a la abeja Maya y nos hicimos un poco más amigos de estos insectos que tanto hacen por nosotros y que no solemos valorar como se merecen. Gracias a ellas podemos saborear uno de los alimentos más completos y más mágicos que podamos conocer: la miel.
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