Murillo
¿Recuerdas qué te gustaba comer cuando eras pequeña? Yo sí. De hecho, lo comentaba hace muy poco con mi hijo de cinco años, recientemente “preocupado” con el tema de la salud gracias a que es el tema del trimestre en su colegio.
Cuando yo era peque tenía un paladar de lo más curtido y educado porque mi padre, autodenominado “cocinólogo”, se empeñó mucho en que la niña comiera de todo, plantándome, a la antigua usanza -porque los padres de ahora ni de broma hacemos estas cosas-, delicias tales como los sesos de vaca o el puré de calabaza noche, tras noche, tras noche.
No todo fueron suplicios. Siempre me gusta contar la bonita anécdota de mi empacho de caviar auténtico a la tierna edad de dos años, mi aplaudida afición por las angulas, o la sensación bipolar de comer pescado crudo por primera vez.
Comer bien es una mezcla de varias cosas. Los alimentos tienen que ser saludables, sí, pero también estar presentados de forma apetecible, con una cocción en su punto, estar hechos “con amor” (otra muy buena de nuestros años mozos, la de la sopa de col que te tenías que comer porque estaba hecha con mucho amor. La idea, aunque entonces nos sonara a chufla, no tiene nada de tonta: de hecho, en los monasterios tibetanos otorgan el puesto de cocinero al monje con mejor “rollo”) e importantísimo: recibirse con el mismo amor.
Comer es aceptar. Es asimilar, en un sentido literal e íntimo. No son pocos los símbolos, los mitos y las expresiones del lenguaje popular que refuerzan esta idea: sin ir más lejos, la Eucaristía es el ejemplo más elocuente.
El próximo miércoles 11 de mayo comienza una de las citas con el séptimo arte y el glamour por excelencia. La 64 edición del Festival Internacional de Cine de Cannes despliega su alfombra roja y se convierte en el centro mundial del cine, pero también de la moda y el lujo. La actriz Faye Dunaway, en una fotografía tomada en 1970, es la protagonista del cartel este año como imagen del sueño del cine, la belleza y la gracia intemporal.
Dura competencia tendrán las estrellas del celuloide para lucir su mejor cara en la ciudad balneario de la Costa Azul aunque ayudará bastante que antes, se dejarán mimar por Valmont. La firma cosmética de lujo ha creado para la ocasión el tratamiento Spa des Stars en un espacio efímero situado en el balneario de lujo Les Thermes Marins de Cannes.
Valmont, el especialista suizo en tratamientos antiedad ha diseñado un exclusivo programa para los rostros VIP que comienza con un diagnóstico de la piel, y continúa con el tratamiento estrella de la casa al compás del vuelo de las mariposas que combina productos de alto rendimiento, ricos en activos, con un masaje preciso y adaptado. (más…)
En 1961 tres artesanos abrieron la primera tienda Dyptique en el boulervard 34 del barrio Saint-Germain de París con artículos de diseño y decoración. En 1963 lanzaron la primera línea de velas perfumadas de la firma y cinco años después, una colección de fragancias. Con el tiempo Dyptique se ha convertido en un referente dentro de la perfumería de lujo y ahora celebra su 50 aniversario con la fragancia “34 Boulevard Saint Germain”, un nuevo Óvalo perfumado Dyptique para el hogar y un exclusivo corner en la tienda londinense Liberty London. Y es que toda celebración es poca cuando se cumplen 50 primaveras…
Dicen que no hay dos sin tres y eso es lo que debe de haber pensado, Frida Giannini, la directora creativa de la firma de lujo Gucci, al darse cuenta que en el año 2009 habían lanzado el eau de toilette Flora, luego el eau de parfum y aún les faltaba un eau fraîche.
Y es lo que han lanzado esta primavera, un agua fresca y ligera para usar a cualquier hora del día o de la noche. La verdad es que a casi todas nos apetece mucho más llevar estas eau fraîche en los meses de calor ya que los perfumes pueden ser demasiado densos y penetrantes. ¿No te parece?
La fragancia es joven y muy femenina. Las notas cítricas de salida se vuelven algo más estimulantes gracias a la bergamota y naranja china. El corazón es aterciopelado, por la rosa y osmanthus y suavemente sensual por el sándalo y el pachulí. El envase mantiene la forma hexagonal del clásico creado para Flora by Gucci, pero algo más fresco y contemporáneo.
Mark Ryden
Como ya te hemos contado con anterioridad, la “cesta verde” de la cosmética no deja de aumentar.
Como ‘bicicletera’ de pro, recicladora impenitente –y lo que me ha costado que mi asistenta respete la prolija separación de basuras en lugar de arrasar con todo como el vendaval de limpieza que es-, partidaria de la alimentación orgánica –sin obsesiones-, y amante de los potingues naturales, no puedo más que celebrar esta “tendencia”, que en mi escepticismo quiero pensar que se debe a una progresiva concienciación de las marcas de ofrecer una cosmética acorde con las necesidades del planeta en cuanto a continente y contenido, además de ser tan competitiva y eficaz como la de síntesis.
Cuidarse mola, amigas, qué os voy a contar que no sepáis. Da calidad de vida a propios y a extraños, por aquello de la natural expansión de la felicidad. Si además puedes ampliar la onda expansiva a la totalidad del mundo en que vives tú, tus hijos y los hijos de tus hijos, ¿no sería ya ‘lo piú’?
Aunque no lo creas, puedes poner tu granito de arena modificando simples gestos de tu vida, consumiendo con responsabilidad y leyendo la letra pequeña de los ungüentos que te aplicas con mimo y a diario. A veces creemos estar haciendo algo positivo por nosotras y lo cierto es que nos estamos llenando el cuerpo de parabenes y derivados de la petroquímica que nos hacen flaco favor.
Por esto me alegra hablarte de otro par de marcas de cosmética ‘ecoconsciente’ que se añaden al puesto orgánico del mercado. Pilla ticket.
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