Me imagino que no habrás parado de comer y te habrás cebado estos días. Y ya no te digo nada con los dulces: mantecados, guirlaches, turrones, peladillas… En fin, que tus dientes han pasado por un estrés de azúcar elevado al cubo, y aunque te los hayas lavado después de cada comida, siempre quedan restos. Por eso es tan conveniente un cepillo eléctrico que se parece un poco más a una limpieza profesional. El único problema es que resultan mucho más caros que los manuales, claro.

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