https://www.youtube.com/watch?v=hzgUfhnAjjs

Hay clásicos básicos de fondo de armario que no fallan nunca según la ocasión, y uno de ellos es el vestidito negro.

Universal como él solo, el concepto gana fuerza –para qué negarlo- en sus versiones foráneas: the little black dress para los sajones y la petite robe noire para los galos.

La Petite Robe Noire es también el nombre de una creación de la –también- mítica casa Guerlain: un perfume “de geometría variable”, como asegura Thierry Wasser, quien creó la primera versión en 2009.

https://www.youtube.com/watch?v=HYipkPr2rII

La nueva Petite Robe Noire se presentó hace apenas unos días y supone una aproximación más envolvente, elegante y delicada. Se trata de un perfume frutado floral que incluye pachulí, almendra, frutos rojos, bergamota, rosa, regaliz, té negro ahumado, haba tonka, vainilla e iris. Muy seductor y, sin duda, muy femenino. ¿Un nuevo clásico? Habrá que esperar a olerlo, cosa que podremos hacer esta misma primavera. El must taste de la temporada.

Paul Gauguin

El pintor francés Paul Gauguin encontró en Tahití –o más concretamente en sus mujeres- su inspiración. Hasta la Polinesia viajó a finales del siglo XIX tratando de huir de la civilización europea y de todo lo artificial y convencional. Pero no ha sido el único, la cosmética también ha encontrado en la tradición tahitiana un preciado ingrediente: el aceite de Monoï.

Las francesas fueron las primeras en traerlo a Europa, cuando colonizaron la isla de Tahití, no tardaron en ‘robarle’ a las mujeres tahitianas su secreto de belleza, ellas llevaban siglos utilizando el aceite de Monoï tanto en ritos tradicionales como en el cuerpo y en cabello por sus propiedades protectoras y de belleza.

Este aceite se obtiene a partir de la maceración de las flores de Tiaré –típicas de la zona- dentro del aceite de copra –la nuez del coco-. Las flores le confieren un exótico perfume y transmiten al aceite sus propiedades calmantes, suavizantes y tonificantes. Su importancia es tal en la isla, que hasta existe una ruta del aceite de Monoï, creada por la asociación de fabricantes de dicho aceite –toma nota si tienes pensadas unas vacaciones en tan paradisiaco destino-.

Y como siempre en cosmética, debes andar con mucho ojo para que no te den gato por liebre. Debes buscar el certificado de origen -el de la imagen-, el logo que certifica que es Monoï de Tahití y que ha sido elaborado con las técnicas tradicionales. El Monoï con denominación de origen contiene un mínimo de 90% de macerado de flores, aunque está autorizado añadir conservantes, colorantes, antioxidantes y filtros UV –de origen vegetal-. Si no lleva este sello, pon en marcha todas tus alarmas.

Tiene propiedades beneficiosas para la piel y es perfecto para las más secas y escamadas: es hidratante, nutre las pieles más secas y evita la deshidratación creando una barrera protectora en la piel que retiene la humedad. En el cabello, lo protege, lo suaviza, le proporciona brillo, facilita el peinado y evita el encrespamiento. También se utiliza, añadiéndole filtros UV como protector solar. Eso sí, encontrarás en el mercado productos con SPF bajos, nuestro consejo siempre es que no te la juegues y no le pongas a tu cuerpo menos de SPF 30. Son muchas firmas cosméticas lo han incorporado a sus productos, la última, la de tratamientos capilares Marlies Möller, pero Pierre Fabre ya lo hizo con su línea de solares Polysianes de Klorane, y hay más ejemplos. (más…)

es_ESSpanish