¿Te has fijado en cómo respiran los bebés y los niños? Realizan inhalaciones plenas, profundas, en las que se ve cómo se llena hasta el último rincón de su abdomen. Esta es la manera natural de respirar, que vamos perdiendo con el paso del tiempo y el aumento del ritmo de vida/estrés.

Una incorrecta respiración no es cuestión baladí. Se relaciona directamente con cuadros de ansiedad, depresión, fatiga, insomnio, trastornos digestivos, aumento del riesgo cardiovascular… Todo lo que no apetece padecer y que en algunos casos puede solucionarse o mejorar con algo tan sencillo como tomarse el tiempo de alimentar las castigadas células con rico oxígeno bien conducido.

Por fortuna, y como todo, el camino desaprendido puede volver a aprenderse.
¿Cómo?

 

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