Aaah, el mes de mayo. Los retoños estallando en una sinfonía de colores y aromas, los rayitos de sol atravesando nuestras doradas cervezas ‘terraciles’, nuestras escuetas prendas mostrando al mundo la lechosa epidermis que nos cubre… Una mano rotunda se posa sobre una de nuestras gráciles extremidades, que despunta coquetamente entre las briznas de hierba del parque. El poseedor de la mano se acerca a nuestra perfumada cavidad auditiva. ¿Qué irá a susurrarnos? ¿Será una declaración de amor eterno? ¿Un elaborado piropo capaz de congelar ese mágico instante y hacer que atesoremos el recuerdo hasta la tumba? No exactamente. No estamos del todo seguras porque nos hemos bloqueado parcialmente y estamos buscando las sales en nuestro trendy bag de temporada, pero nos ha parecido entender algo como “Cariño, hay que depilarse más, ¿eh?”, seguido de una alusión entre risas crueles a un tal Macario, muñeco espantoso que prefieres no recordar…

¡Ay, amiga! Te ha pillado el toro una vez más. Lo que las medias de invierno cubrían solidariamente sale a la luz en todo su rasposo esplendor en primavera. Ese vello anacrónico que surge inopinadamente gracias al natural flujo de las hormonas y que en nuestra cultura se nos hace menester eliminar.

¿Cuál es tu sistema preferido para acabar con el insidioso vello?

Te contamos unos cuantos.

Para zonas pequeñas, las pinzas mandan. Cejas, labios y pelitos enquistados se ven beneficiados de este cómodo sistema, que además puedes llevar a todas partes y goza del importante ‘factor autonomía’.

Si te depilas las cejas tú misma, el único problema es que puedes pasarte y dejártelas asimétricas –a mí me pasa con frecuencia-. Te recomiendo que sigas unas sencillas pautas: comienza a depilar a la altura del lagrimal. Deja la ceja con su grosor natural hasta que termine la pupila. A partir de ahí, afina un poco –recuerda, ya no se llevan las cejas súper depiladas- hasta la cola de la ceja. Si es necesario quitar pelitos por arriba, dale sin miedo. El mejor truco es pintarlas un poco con un lápiz de cejas y seguir la forma deseada. Así te evitarás sorpresitas molestas.

-La cuchilla supone la opción perfecta en tiempos de economía de guerra. Baratísima, razonablemente rápida, autónoma, ¡e indolora! Se fabrican con distintos cabezales para alcanzar recónditos recovecos y además no ocupan espacio. Perfecta para un viaje corto.

Desventajas, las que todas habremos experimentado en nuestras carnes: picores inhumanos cuando sale el vello, fortalecimiento del mismo –no es un mito, si no me crees pruébalo dos meses y verás qué gloria de pelo– y depilación cada dos días. Mejor dejarlo como solución de emergencia.

-Las cremas y mousses depilatorias son las primas hermanas de la cuchilla en cuanto a simetrías de uso y resultados. La diferencia es que éstas abrasan el vello químicamente en lugar de rasurarlo, el resto de efectos viene a ser el mismo porque dejan la raíz dentro.  Ahora huelen bien, pero yo recuerdo que en mi mocedad la cosa era…

-La depiladora eléctrica ha ganado muchas adeptas con el paso del tiempo y la mejora de las máquinas. De los insoportables pinzamientos de antaño a las gratas caricias del presente, estas máquinas son capaces de arrancar el vello de raíz en la comodidad del hogar y en un simple gesto. Algunas pueden usarse incluso bajo el agua.

 

La cera sigue siendo un sistema muy solicitado por la mujer española por su durabilidad (dos semanas perfecta, tres razonable) y debilitación del vello peleón. Al cabo de años de cera, el vello se convierte en una anécdota y se crean calvas en las que el castigado bulbo piloso ya no produce. Comprobado en mis propios folículos y en los de otras mujeres venerables. Con un par. De bulbos.

Eso sí, si tiendes a que se te enquiste el vello, prepárate a sufrir, porque la cera favorece este antiestético problemilla.

Existe en diversas temperaturas pensando en los comunes problemas de circulación y también existe la versión casera, con cómodos roll-ons de cera y bandas para retirarlos. Consejo: si te decides por este sistema, ármate de valor y tira con decisión para evitar moratones –anécdota propia-.

-La depilación láser o con luz pulsada. Lo único realmente definitivo, como bien sabemos. La mujer española es, además, candidata idónea –en la mayor parte de los casos- por su color de piel y calidad de vello (color y grosor). Basta un número personalizado de sesiones por zona y un desembolso económico menor al de años de cera para deshacerse para siempre del vello.

 

Desventajas: no todas somos candidatas. También, y según el láser, puede ocasionar molestias. Infórmate bien sobre los distintos tipos de láser y ve a un centro de total confianza; te evitarás algo más que molestias –incluso quemaduras-.

A veces podemos todo de nuestra parte y aún así hay detallitos que salen mal y nos estropean la fiesta. En los granitos post-depilación estoy pensando, sí, los clásicos tras brazos y muslos. ¿Te suenan? O mejor dicho, ¿te pican?

Si eres propensa a que te salgan granitos, prueba la nueva crema de Cosmética Original, Lipoplast. Se trata de una emulsión rica y emoliente que cuenta con el poder regenerador de la Aleurona (de alto contenido en enzimas , proteínas, ácidos grasos esenciales y minerales) y de las vitaminas A , E y C.

Lipoplast tiene una acción alisadora de las rugosidades de la piel por su contenido de ácidos oxigenados que producen una actividad de exfoliación, renovación y nutrición del tejido afectado.

También es efectiva en casos de hiperqueratosis alba y para eliminar, en general, cualquier aspereza en codos, rodillas, durezas de los pies…

Se presenta en un tubo profesional que cuesta 34 euros/250ml. 

 A disfrutar de la primavera.