Para los que vivimos en Barcelona, pasear o hacer el aperitivo en la Plaza Real se había convertido en un hábito que habíamos perdido. La zona está tomada por hordas de turistas chancleteros y sin camiseta que se han pensado que esta maravillosa plaza es una prolongación de la playa de la Barceloneta. Gracias a este público, hasta ahora la oferta de los alrededores era bastante mediocre pero mira tú, de vez en cuando algún empresario tiene la vista y el buen gusto de intentar transformar una zona y recuperarla para sus habitantes. Y así es como la familia Majó Grau, pertenecientes a una saga del sector textil catalán que distribuía la firma de moda Escada en España, compró este edificio y lo transformó en una auténtica bombonera.

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