La Mer presenta su textura cremosa más suave, The Moisturizing Soft Cream, que ya he podido probar y deslizar sobre mi rostro con ese tacto sin rastro que tienen la mayoría de las cremas de tratamiento facial. Cuando la aplicaba, pensé que esta nueva textura restaría seguramente eficacia al resultado final, pero al día siguiente me sorprendieron los dos mismos granitos de siempre. Esta crema tiene una capacidad de regeneración muy elevada y la sigue teniendo. Por eso, puede resultar excesiva en una piel mixta como la mía. Pero me va de maravilla para el cuello y el escote, en la cara prefiero su serum hidratante The Infusion, más ligero aún.

La versión original, mucho más untuosa, sigue tan disponible como siempre y quizá más predispuesta a combatir el envejecimiento de las pieles maduras y muy secas. El ungüento clásico está más adaptado a combatir las secuelas de quemaduras, cicatrices y pieles atópicas.

Por otro lado, la nueva versión suave sigue manteniendo viva la leyenda de Max Huber, el científico que lanzó la crema al mundo. Después de que Estée Lauder comprara la famosa crema de La Mer se han sucedido todo tipo de lanzamientos: serums, bálsamo de labios y maquillaje, todo se ha hecho poco a poco y con tiento, respetando siempre el caldo de algas marinas primigenio y su lenta fermentación (alrededor de un mes) mediante la acción de los ultrasonidos. Siempre se ha dicho que esta crema tardaba más en fabricarse que en venderse. Su elevado precio era compensado por una fórmula única, y ahora también múltiple que se despliega en un catálogo de hidratantes y diferentes tratamientos de alta nutrición.

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