Cuadro de Gustav Klimt

Gustav Klimt

Nadie dijo que ser madre o padre sería fácil, y más en los tiempos que corren en los que quien tiene un trabajo tiene un tesoro y le echa todas las horas que sus jefes –nada concienciados con la conciliación familiar, por cierto- le piden. Por eso se hace mucho más complicado proporcionarles a los hijos la educación que necesitan: durante el poco tiempo que se pasa con ellos, ante la culpabilidad, se malcría más que se cría.

Para ayudar a esos padres trabajadores, y para que el buen trato a los niños lo tengamos muy presente, ha nacido una guía muy interesante. La Guía del Buen Trato al Niño ha sido elaborada de manera conjunta por sociedades y asociaciones de pediatras para transmitir la cultura del buen trato a todas las personas implicadas en la educación y protección a los menores, y construir así, una sociedad sin violencia.

Porque la palabra ‘maltrato’ está demasiado presente en nuestra sociedad, está bien que alguien nos hable en positivo, del buen trato a los más pequeños, ellos son el relevo de la sociedad, y un buen trato durante la infancia, dará como resultado una sociedad mejor. Por eso, creo que es interesante enumerar los 10 principios del buen trato a los más pequeños, un decálogo que resume, a la perfección, esta guía de más de 200 páginas.

Padres besando a su hijo

1. Aceptar incondicionalmente a nuestros hijos e hijas, con sus virtudes y sus defectos porque no hay niños mejores que otros, sino diferentes entre sí. Demostrándoles diariamente que les queremos y estamos orgullosos de ellos.

2. Proporcionarles amor y afecto: ‘te quiero tal como eres’ es el mensaje que debemos transmitirles. Es importante que nuestras relaciones con ellos estén impregnadas de ternura, miradas, besos, abrazos, caricias, palabras cariñosas…

3. Establecer límites razonables, no podemos prohibir ni autorizar todo. Aceptamos y queremos a nuestros hijos incondicionalmente, pero hay que establecer con ellos unos límites coherentes y consistentes que tendremos que revisar a medida que van madurando.

4. Respetar el derecho al juego y a tener relaciones de amistad con sus compañeros. Los niños deben poder jugar sin estar sometidos continuamente al control de los adultos, la libertad forma parte del juego.

5. Respetar y fomentar su autonomía, no debemos correr el riesgo de sobreprotegerlos pensando que les ayudamos porque les enseñamos a depender de nosotros.

Cuadro de Joe Sorren

Joe Sorren

6. Protegerle de los riesgos reales o imaginarios. Enseñarles a reconocer los riesgos y tener una buena comunicación con ellos que les permita acudir a nosotros cuando se enfrentan a un problema que no saben solucionar.

7. Aceptar su sexualidad y ofrecer una imagen positiva de la misma. Debemos hacerles sentir que su cuerpo es bonito, que ninguna zona es fea, sucia o mala, para no hacerles vivir con culpabilidad las sensaciones que experimentan.

8. Comunicación y empatía. Nuestros hijos deben sentirse escuchados y aceptados cuando hablan con nosotros. Escucharlos implica mirarlos a los ojos y no tener prisa.

9. Participación: el compromiso como padres es educar a personas con capacidad de reflexión y participación.

10. Dedicarles tiempo y atención, sea cual sea el ritmo de vida que llevemos, los niños necesitan tiempo compartido para desarrollar todos los puntos anteriores. Y hacerles comprender que lo valioso está en las personas y no en los objetos, huir de la tendencia consumista que mide a las personas por lo que tienen y no por lo que son.

Durante la presentación de la guía, Jesús García Pérez, doctor de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Niño Jesús de Madrid y coordinador de la guía nos recordó que los niños necesitan tiempo y dedicación y no padres de fin de semana que ‘tienen el síndrome del cajero automático’. Que el sentido del humor debe prevalecer por encima de otros. Debemos enseñarlos a soñar, a dejar volar su imaginación, y una de las mejores maneras de hacerlo es a través de los cuentos. Y que no sólo deberían existir libros que enseñen como hacer niños, sino como hacer padres, porque la maternidad y la paternidad no viene sólo con la biología, también con la responsabilidad.