Foto de Olivier Valsecchi

Foto de Olivier Valsecchi

A lo mejor pueden parecerte algo pasado de moda pero están convirtiéndose en tendencia, cada vez son más las firmas que lanzan sus propios champús en seco y su uso se extiende en las pasarelas de todo el mundo. No sustituyen a los tradicionales –hay que seguir lavando el cabello, por higiene más que nada- pero sí pueden sacarte de más de un apuro o pueden ayudarte a conseguir mejores resultados a la hora de peinarte. Los estilistas los utilizan, cada vez más, para realizar peinados y recogidos con volumen y duraderos porque consiguen controlar el peinado y una fijación natural. Su antepasado son los polvos de talco que usaban nuestras abuelas en un tiempo en el que eso de una ducha de agua caliente era algo para ricos, y en su mayoría ahí está la clave de su eficacia, contienen polvos que presentan gran afinidad con los cuerpos grasos y los absorben (almodón de maíz, arroz, sílice, talco…). En la misma línea, pero concebido para dar volumen, no como tratamiento de limpieza, es Volume Maker de Shu Uemura.

Son especialmente útiles para los cabellos finos, con tendencia grasa que se ensucian fácilmente y se aplastan, en un momento aporta volumen, textura y le quita esa sensación de pesadez. Porque en esta vida de locos que llevamos, no siempre tenemos una ducha cerca, o simplemente tenemos una cita por la noche, nos hemos lavado el pelo por la mañana y no nos apetece volver a hacerlo, es importante saber que existen. Pero sus posibilidades van más allá de una solución de emergencia, se puede utilizar después de lavar el cabello para dar un extra de volumen aplicándolo en la raíz, como una laca para fijar el peinado aplicándolo en el largo del cabello o para dar textura al cabello tanto en recogidos –en las pasarela de todo el mundo se ha utilizado en coletas bajas o incluso recogidos con cardado- como en medios y puntas de melenas sueltas. (más…)

Vendedores de humo hay muchos y no me refiero solamente a Marlboro, Winston o Davidoff, también está el humo de las chimeneas, del tráfico, de las industrias más o menos pesadas que sulfuran el ambiente con extra de nitrógeno. Hay mucha combustión a nuestro alrededor, y el aire puro empieza a ser un bien escaso y considerarse un artículo de lujo como todo lo puro en este contaminado mundo. La contaminación atmosférica no sólo perjudica la salud , es responsable de provocar 370.000 muertes prematuras al año en Europa, en España la cifra concreta es 16.000, y para mi sorpresa, según la OMS  las ciudades españolas más contaminadas son Zaragoza, Sevilla y Granada.

Cosa rara que Madrid no figure en los primeros puestos, aunque en el cuarto lugar aparece Torrejón de Ardoz, muy próximo a la urbe donde me ubico, y donde los bares y restaurantes anuncian invariablemente espacio libre de humos. ¿Libre de humos? Ja! Muchas mañanas a la hora  de abrir las ventanas y ventilar  mi casa, casi no me atrevo a salir de ese cálido hermetismo hogareño porque a veces me da la impresión de que lo que entra por las hojas abierta de par en par  es mucho peor de lo que sale por los respiraderos. Pero en fin, hay que ventilar y renovar el aire por otro más oxigenado y no al revés. Pero mejorar la calidad del aire es un asunto cada día más turbio porque abundan las sustancias non gratas en suspensión invisible, a saber: óxidos de azufre, monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, hidrocarburos y otras sustancias químicas invisibles y tan etéreas como dañinas.. Todos tenemos bastante claro que el aire que respiramos no es igual de limpio desde que se inventó la máquina de vapor a finales del siglo XVIII. A partir de ahí sólo hay que sumar humos incluidos los de los volcanes en erupción.

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