mujeres maduras

Hace tiempo que descubriste que la cosmética no evitará la arruga, que los milagros conviene pedirlos al Gestor Adecuado –con la encendida fe que se requiere-, que no hay día mejor que otro para acordarse de nadie -y menos si te lo dice un eje del mal como un imperio de gran consumo- y que cuando reaccionas ante estos marcos identitarios te sientes, casi, casi, casi, una forajida intelectual. Ahí es nada.

Tú puedes ser ‘de ésas’ ilustres outsiders; o bien de quienes se les pone en la punta del flequillo que regalan porque mola ‘y punto’. Esas hijas aguerridas que se pasan el gastado debate por montera, que no tienen que pedir disculpas por gastar lo que se les antoja, que buscar el detallito les hace tanta o más ilu que a la regalada.

Para eso estamos. Para hacer feliz a la gente que nos quiere. Y si tu santa quiere una crema por el día de la madre, aunque te parezca todo una bobada, tú vas y se la regalas. Porque esto es así aquí y en casa de Naomi Klein.

Hay muchas cremas, y están todas donde ya sabéis. Os propongo un pequeño surtido de Avene, L´Occitane y Lancôme para esa madre que quizás hierre… pero a ver cómo se lo explicas a estas alturas.

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Amiga, “eres más guapa de lo que crees”, así que levanta la cabeza y camina con ella bien recta porque seguro que tienes más de un motivo para estar orgullosa de ti misma. Aprende a mirarte con otros ojos. Generalmente somos demasiado exigentes con nosotras mismas, para muestra, la nueva campaña publicitaria de Dove, su vídeo más viral: había conseguido 3,5 millones de visitas en tres días y ya va por 25 millones. Resulta asombroso comprobar cómo la imagen que reflejamos a los demás es mucho más bella que la que vemos cuando nos miramos al espejo.

Sólo hace falta ver el vídeo. Gil Zamora, un experimentado retratista del FBI norteamericano -de esos que realizan los retratos robots de asesinos y delincuentes- se coloca detrás de una cortina, y va dibujando a 7 mujeres que van pasando sucesivamente, según las descripciones que van haciendo sobre ellas mismas -forma de la cara, estructura ósea, cabello…-. Ellas definen sus rasgos con frases como “mi madre me decía que tengo el mentón pronunciado” o “tengo una frente bastante grande”. Con todas sus apreciaciones, el dibujante hace un retrato sin verlas. Después, hace un segundo retrato, también sin verlas, pero ésta vez las que describlen sus rasgos son las compañeras a las que han conocido un rato antes. (más…)

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