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No todo lo que masticamos cuando comemos algo son sustancias alimenticias. Además de los nutrientes esenciales, y por supuesto las calorías, los alimentos tienen de forma natural o artificial sustancias bioactivas que van más allá de la nutrición. La comida  puede ser nuestra medicina o nuestro veneno. Por eso, la dieta del futuro se nutre de complementos nutritivos y alimentos bioactivos con una acción terapeútica añadida.

Hoy en día un kiwi “natural” pueda convertirse en una especie de ilusión óptica. No existe ninguna diferencia aparente entre un kiwi de cultivo transgénico pergeñado en un laboratorio o un kiwi madurado directamente en la planta, algo que cae por su propio peso. La fruta madura es una especie en extinción en las estanterías del supermercado. Lo verdaderamente tremendo es que el carrito de la compra del siglo XXI se parece cada día más a una novela de ciencia ficción. Leche con ácidos grasos de pescado, agua mineral con calcio, barritas de cereales energéticos…

Antes de llevarnos algo a la boca conviene leer la letra pequeña, procedencia, tipo de cultivo… El pan nuestro de cada día, si es de molde lleva azúcar para sorpresa de muchos diabéticos. Y por citar otros ejemplos: las patatas fritas de bolsa, las mermeladas o una sencilla loncha de Jamón de York contienen harina de trigo, para desgracia de celíacos y  resto de la población.

¿ En qué tipo de dieta debemos confiar cuando nos están dando kiwi por liebre?

frutas ricas en carotenos
ALIMENTOS BIOACTIVOS
Son alimentos que contienen sustancias bioactivas, con un efecto beneficioso para la salud y la belleza, pero que no son considerados como nutrientes esenciales. Pero actúan a favor de nuestra salud.
FITOESTRÓGENOS: se encuentran en la soja y los cereales. Tienen un efecto hormonal ligero, con una acción parecida a la de los estrógenos humanos.
POLIFENOLES: Acidos fenílicos y flavonoides. Los flavonoides son los responsables del color morado, rojo o amarillo de determinadas plantas. Se encuentran en: cebollas amarillas, lombarda, cerezas… Además de proteger al propio alimento de la oxidación, también desarrollan una acción antioxidante en el organismo. Además estimulan la inmunidad, regulan la tensión arterial y ayudan a controlar la glucemia. Se encuentran en la capa externa de los alimentos, por eso no se deben cocer en exceso, para no perder sus características saludables.
CAROTENOIDES: son los responsables del color rojo o amarillo de muchos vegetales. El más conocido es el betacaroteno que se encuentra en casi todos las frutas y hortalizas de color naranja y también se encuentra en las verduras de hoja verde. Son sustancias antioxidantes, anticancerígenas, estimulan la inmunidad y ayudan a reducir los niveles de colesterol en sangre. Se puede decir, por tanto, que retrasan el envejecimiento de las células. El licopeno del tomate es uno de los más potentes de esta familia.
FITOSTERINAS: Se encuentran en las semillas de girasol, sésamo y soja. Ayudan a disminuir los niveles de colesterol en sangre y previenen la aparición de cáncer  de colon.
TERPENOS: Están formando parte de los aceites aromáticos de muchas plantas, como en el limonero de los limones, el mentol de la menta. Se están estudiando sus propiedades anticancerígenas.
SULFUROS: Son compuestos bioactivos que contienen azufre y que se encuentran en los ajos, puerros y cebollas.  Estos compuestos se liberan cuando se corta o mastica la hortaliza. Tienen acción antioxidante y anticancerígena, además refuerzan el sistema inmunitario.
ACIDO FÍTICO: Se encuentra en la capa más superficial de los cereales, las legumbres y las semillas oleaginosas. Tiene un efecto de prevención del cáncer, así como ayuda a controlar el nivel de la glucosa en la sangre.

Atención: Por favor, mira con lupa los ingredientes de lo que te llevas a la boca.