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Ejercicio físico, ¿usas o abusas? La línea que separa un hábito sanote y disfrutable de una obsesión compulsiva puede ser más perjudicial que el mismísimo sedentarismo.

La SEPD (Sociedad Española de Patología Dual) aporta datos: el 40% de las personas con trastornos alimentarios son adictos al deporte. Se emplea como mecanismo de compensación de los excesos dietéticos, y se añade al control sobre la alimentación. Un patrón anómalo sobre otro, difuminado en un mismo contexto de cuidado personal y por tanto, difícil de identificar con claridad.

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“La diferencia entre ser adicto al deporte y no serlo viene marcada cuando el deporte interfiere la rutina y la vida diaria y la anteposición de éste a otras recompensas naturales”, sentencia el Dr. Szerman, presidente de la SEPD, dibujando así al perfil que localiza los gimnasios del destino vacacional antes de elegir hotel.

Suelen ser personas con ciertos rasgos obsesivos, tendencia al autocontrol y una colección de adicciones más o menos aceptadas socialmente (opioides, alcohol y tabaco). Las adicciones conviven a la perfección con otras patologías mentales, entretejiéndose en una compleja red neuronal que captura y pervierte la conducta del individuo.

Los beneficios del deporte son bien conocidos. Y gozados. Ese chorreón de hormonas de la felicidad, esa satisfacción ante el objetivo cumplido, la agujeta que sabe a éxito. El mismo alud de gratificantes reacciones cerebrales, defienden muchos autores, que producen las drogas. El mismo potencial adictivo. Las conclusiones de los expertos en este sentido son reveladoras. “Las adicciones a sustancias y las adicciones del comportamiento comparten, en cierta medida, sustratos neurobiológicos”.  Un mismo caldo de cultivo para las diversas formas que adopta El Enganche.

Más información, cursos, actividades y atención a pacientes, a través de la web de la SEPD.