Los autobronceadores de St. Tropez son, posiblemente, de los mejores del mercado, quizá por eso han conseguido que Kate Moss se desnude para ellos. Ésta marca inglesa sólo fabrica éste tipo de productos y confirma que en la especialización, está el éxito. Jules Heptonstall, uno de los expertos en aplicación de la marca pasó ayer por Madrid y aquí tenéis sus trucos para un moreno uniforme y completamente sano, lejos de los rayos del sol y las cabinas de UVA.

Sus buenos resultados han conseguido que St. Tropez venda un autobronceador cada minuto y que ocupen un lugar preferente en pasarelas, producciones de fotos o alfombras rojas. Gracias a su base de color verde, no se vuelven naranjas, lo más temido cuando una se aplica autobronceador. Además, han conseguido evitar ese olor tan desagradable, como a galleta rancia, que normalmente tienen los autobronceadores. (más…)

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Cada dos por tres, salta un titular del estilo. “¡Vienen las modelos ‘con curvas’!” Hay que darle mucha alharaca porque, obviamente, es motivo de sorpresa y entusiasmo. Por un momento –¡aún nos queda ingenuidad!- nos creemos que la moda va a ofrecer representación de la sociedad a la que quiere vestir. Casi se escucha el retumbar del suelo, atravesado por un ejército de valkirias de generosas carnes y doble C tatuada sobre la letra escarlata. 

Como todo es tan raro, necesitamos saber más. Y para eso están las entrevistas a las orondas protagonistas. Un rosario de declaraciones default sobre trastornos con la comida, posterior aceptación tras muchos años de terapia y encarnizado esfuerzo para lograr hacerse un hueco en un mundo durísimo, sabiendo que pertenecen a una minoría de la que no se quiere hacer espectáculo. Que conquistan, poco y mal, un terreno que no les pertenece ‘por derecho propio’.

A Sophie Dahl nos la vendieron como gorda. Ahora, seducida por las ventajas de la 'vida sana', ha 'aprendido a alimentarse' y luce así de sana. Pero sana que te mueres.

Conocimos a Sophie Dahl como gorda triunfadora. Ahora, seducida por las ventajas de la ‘vida saludable’, reconoce haber ‘aprendido a alimentarse’ y luce así de sana. Pero sana que te mueres.

Casi siempre parece que la cosa va a avanzar. A la postre todo se desinfla (perdón por el chiste fácil), reduciéndose a la anécdota, al reportaje de turno o a la modelo gordita y simpática -que tiene un cambio- sobre la pasarela, tan campante, bamboleante y rodeada de atónitos cuchicheos, detrás de las talla 34.

En el mejor de los casos, se realiza una campaña con modelos ‘con curvas’, irritante eufemismo caritativo puesto que hay muchísimas mujeres delgadas con curvas. Ni siquiera somos capaces de encontrar una etiqueta digna, sin errática condescendencia, para este tipo de  silueta humana perfectamente común, visible en cuanto se sale a la calle.

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