Esto de irse de vacatas, ¿tendrá mucho o poco intríngulis?

Mujer, no es que sea bajar a la mina, pero eso de andar de sol a sol entre playa y piscina esconde más recovecos de los que se ven a simple vista. Un verano de acción da para hacerse con algún que otro truco survivalista a base de experiencia. Hay muchos clásicos básicos de higiene y belleza que normalmente funcionan. Recién llegada, y con el sabor a sal aún en la piel, comparto con vosotras los míos.

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Por ejemplo, la melena, uno de nuestros capitales de belleza más preciados y uno de los tejidos que muestra mayor deterioro en los albores del otoño.

Para evitar que el sol, la sal y el cloro resequen y agredan la fibra capilar, hazte con un buen aceite. No hace falta ni que lo compres. Nuestro español aceite oliváceo te dice “ven a mí” desde la cocina. Probado y comprobado por servidora este verano, desesperada ante la estopa en que se había convertido mi pelo.

Yo lo he usado directamente, sin paños calientes aunque ligeramente entibiado al fuego. A esto añadía una mascarilla after sun y me iba de tan aliñada guisa a la playa.

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Mantener la hidratación en esas condiciones climáticas tan arduas no es cuestión baladí, qué fatiguita. Y no, con mojitos no se consigue, desgraciadamente.

Lo que sí resulta efectivo es meter un spray de agua termal en la bolsa de playa. Tu piel de lagarta –sin segundas- beberá, podrás notarlo.

También es fantástico bajar sandía cortada en cómodos trozos. Es el refresco más saludable y con menos calorías, como una ducha interior que acondiciona al instante.

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No hay estampa más horrísona en verano que la que ofrece una moza quitándose los pelos enquistados de las ingles. Una nunca se ve del todo bien más que bajo la inmisericorde luz solar…

El mundo ya es bastante feo e inhóspito de por sí: ahorra un poco de espanto a tus congéneres y baja unas pincitas a la playa si sabes que tu arrebato es incontrolable. Además también es muy útil si te clavas una astilla en el pie, eventualidad muy frecuente en playas rodeadas por vegetación.

Para las parejas que emprenden la extracción de granos en público, *SIGH*, no tengo consejos.

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Hablando de molestos pelos enquistados, ¿has probado a exfoliarte con arena de playa? El gránulo es perfecto, y el yodo que contiene el agua afecta positivamente a la tiroides y remineraliza la piel.

Sentada en la orilla, aplica con decisión un puñado de arena húmeda sobre tu cuerpo y frota, exactamente como si usaras un ungüento exfoliante. No te preocupe el espectáculo, cosas peores habrá visto esa playa. Piel de seda –que después deberás embadurnar con crema solar de nuevo- de la manera más ‘orgánica’ posible.