Ayer se entregaron los Premios Vogue Belleza 2014, jornada beauty para coronar los tratamientos más exclusivos, los mejores perfumes y los productos más eficaces e innovadores. Entre los premiados, Alberto Cerdán, galardonado como mejor “Cadena de peluquerías”.
Los premios de belleza florecen en el panorama editorial. Orgía de galardones y una buena excusa para reunir a periodistas de belleza, relaciones públicas, directores generales y demás en un almuerzo o un té de Telva casi en familia. Es como tener todas las presentaciones del sector en un sólo acto. ¿A quien no le gusta que premien su trabajo?
Esta vez la presentadora fue una encantadora Nuria Roca, siempre simpática y muy natural a la par que eficaz en sus entregas, que no se puede decir lo mismo de todas las famosas patrias.
Difícil elección para el jurado, Alberto Cerdán se batía en duelo con dos pesos pesados de la peluquería, Yolanda Aberasturi y Frank Provost, trabajo muy cuidado y siempre cerca de la clienta el de la estilista bilbaína frente a los más de 2.700 salones que tiene Frank Provost por el mundo. Pero solo puede ganar uno y para Alberto era ya la segunda nominación. And The Winner Is… (más…)
Llega a España FreeStyle Libre, un dispositivo con una innovadora tecnología de sensores de glucosa que permite controlar la diabetes evitando los pinchazos. Una mejora considerable en la calidad de vida de los 6 millones de españoles que tienen diabetes tipo 2 de la que también se pueden beneficiar, claro, los que tienen diabetes de tipo 1.
Si no tienes una persona con diabetes en tu círculo más cercano, quizá nunca te has parado a pensar en el auténtico suplicio que supone controlar el nivel de glucosa. Durante la presentación de este nuevo dispositivo, el testimonio de Aureliano Ruiz, un paciente que lleva 20 años conviviendo con la diabetes, me hizo toparme de frente con la realidad. (más…)
¿Qué piensan ellos de la belleza femenina? ¿Y nosotras de la masculina? Abraza tus kilos, ellos prefieren las curvas de Kim Kardashian antes que el tipo insecto palo de Keira Knightley.
En “amor ciego”, el prota se enamora de una señorita gordísima. Todos la ven tal y como es excepto él. Hechizado por eso que conocemos como la ‘belleza interior’, la percibe con la enjuta estampa de Gwyneth Paltrow.
“Es, ya sabes, del tipo que gusta a los tíos”, oigo decir a unas adolescentes en el metro. Automáticamente, trato de esbozar un retrato robot de la chavala que describen –con esquinado rencor de clase antes que con vocación de análisis-. Será delgada, de estructura filiforme, guapa estilo convencional, con curvas increíblemente bien puestas. Como una modelo de lencería de las que copan las marquesinas.
Me lleva menos de 1 minuto recrear este tópico. Las dos chicas viviseccionan a la rival en lo que dura el trayecto. Me miro en el reflejo del cristal del vagón y me pregunto por qué he construido esa criatura y no otra. Por qué tendrán que sufrir esas locuaces señoritas, y otras, a cualquier edad, pensando en si serán o no del agrado de un posible compañero sexual. A vueltas con el cultural paradigma de la belleza, siempre de jugosa actualidad en las carnes que reflejan sus facetas más oscuras, punta del iceberg de una sociedad subyugada por la imagen. Parece que avanzamos pero en algunos recorridos atravesamos un compartimento estanco.
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