Un millón de marquesinas no pueden estar equivocadas: el perfume, abstracción donde las haya, necesita acompañarse de la imagen humana. A cada frasco, su rostro conocido y con mucho tirón.

Elegir al personaje nunca es cuestión baladí. Encarna el mascarón de proa de la fragancia y, de manera incuestionable, debe representar los valores que la firma quiere transmitir. Sensualidad, capacidad de seducción, elegancia, autonomía, seguridad, poderío… Toda una batería de aspiraciones que conecte con las demandas del consumidor. Pero cuidado, sin avasallar. El perfil debe ser alto pero sin escándalos –Kate Moss aparte-, exitoso y muy cercano, que sangre cuando se le pincha, sin imposturas ni manierismos. Una imagen adecuada puede catapultar literalmente las ventas de un perfume: los estudios de mercado demuestran que el consumidor paga con audacia cuando el producto consta del aval de la embajadora o embajador de renombre. Y ya, si leen cualquier declaración del susodicho (-a) describiendo la felicidad y placidez que le embargan cuando usa ‘su’ fragancia, no hay escapatoria posible.

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La estrategia comercial tiene base. Dado que muchos perfumes cuentan una historia, ¿qué hay de raro en identificarnos con el protagonista antes que con un batiburrillo de sensaciones imprecisas?

Pensemos en las caras visibles del legendario Trésor de Lancôme, todas y cada una de ellas, iconos por méritos propios. Isabella Rosellini, Inés Sastre, Kate Winslet, Emma Watson o Penélope Cruz, han unido su carisma al de la fragancia y potenciado la imagen de marca “hasta en un 20%”, como explica Víctor Alvariño, Director General de YSL.

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La rutilante sonrisa de Julia Roberts, quien fuera ‘novia de América’, fue la credencial necesaria para apostarse junto a La vie est Belle de Lancôme. Ana Jaureguizar, Directora General de la firma, comenta acerca de esta decisión: “El frasco de este perfume tiene nombre propio: Le Sourire de Cristal (la sonrisa de cristal), y Julia Roberts tiene probablemente la sonrisa más bonita de mundo. Estamos seguros de que la cercanía que emana de Julia ha sido determinante para posicionar este perfume como el cuarto más vendido en todo el mundo”.

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Embellecer, sublimar, concretar, o incluso, rejuvenecer. Tal era la misión de la modelo Edie Campbell, escogida por su estilo juvenil, rebelde y trasgresor (pure rock&roll) para acercarse a una consumidora más joven con el nuevo Black Opium.

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¿Y en el caso de las fragancias masculinas? Aunque los actores cumplen con su papel, triunfan los deportistas profesionales y los modelos de aspecto atlético, personalidades que transmiten éxito, cuidado de sí mismos y de los que se tienen referencias positivas. Por ejemplo, el polista Nacho Figueras colabora con las fragancias Polo de Ralph Lauren desde hace 14 años. Poco menos que el Boyhood de la publicidad.