LUSH-Spa-kitchen

Madrid vio nacer el primer spa de Lush hace escasas semanas. Audaz y torera, he puesto mi cuerpo al servicio de la ciencia probando el tratamiento insignia: Synaesthesia. El sacrificio cursó con altas cotas de placer, relajación, y alguna que otra imagen en technicolor. Pero no, no me den las gracias. Bien saben que haría lo que fuera por ustedes.  

Sala-de-tratamientos

Bromas aparte, a este spa hay que ir aunque sólo sea por curiosidad. Quién diría que en plena calle del Carmen, eternamente sitiada por madrileños de adopción y algún gato pardo, podía existir una acogedora casita como de la campiña inglesa. El espacio transmite la calidez de lo rústico; y la decoración en hogareños verde y crema engulle y escupe el consabido mal rollo de la rutina. Hay que deambular con cara de no haber roto un plato: si se cae alguno no se puede reponer porque son todos distintos, fruto de las pesquisas del fundador, Mark Constantine, en los flea markets.

La sinestesia consiste en experimentar dos sentidos a la vez. Es propia de personas muy sensibles, artistas o gente más allá de las fronteras mentales, que aseguran ‘oler el rojo’ o ‘escuchar un aroma’. El objetivo de Synaesthesia no es tanto potenciar esta cualidad innata en algunos, como regalar un tratamiento global para todos los sentidos. Y vaya si lo consigue, en ocasiones veo cómo me destenso.

Synaesthesia

En el principio fue el verbo, así que lo primero es elegir unas palabras entre una serie de sugerentes posibilidades. Escojo las mías, estampadas en la untuosa pastilla de masaje con manteca de Karité y en el aceite de aromaterapia que impregnará la cabina. Ésta ya no puede ser más orgánica, en el sentido de viva. La música transcurre por el día y la noche (con pajaritos que anuncian la mañana y sonidos nocturnos), mi (porque es mío) aceite expele la fragancia y la terapeuta aporta un magnífico sentido del tacto. La vista también tiene su reclamo, pero a mí esto de no cerrar los ojos en los masajes me parece un desacato, como besar mirando de par en par, así que me pierdo el juego de luces y colores.

El ritual comprende un masaje de presión media-suave por todo el cuerpo, extremidad por extremidad y vuelta y vuelta, pasando por el estómago y terminando deliciosamente en la cara con la ayuda de suaves piedras calientes. La sensación al aterrizar de la camilla es la de haber estado flotando en una entretenidísima estratosfera. Administrar al final del día.

Precio: 150 euros / 80 minutos.

Lush Spa

C/ Carmen, 24

28013, Madrid

Tel: 915 32 76 67