Tiziano

Tiziano

El Instituto DKV de la Vida Saludable, en colaboración con la Fundación Thao, comparte su decálogo de consejos para que nuestros niños crezcan a lo largo, no a lo ancho. Como dicta la lógica ancestral, la mejor curación, la prevención.

Un niño que disponga de herramientas propias sabrá cómo alimentarse en el futuro para preservar su salud, evitar enfermedades y mantener la energía a lo largo de la jornada. Y ése es, sin duda, uno de los pilares en el que los padres pueden intervenir desde el minuto cero inculcando buenos hábitos.

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1. Comer todos los días en familia 
Como esto suele ser bastante impracticable en la mayoría de los casos, que al menos una comida signifique un espacio de reunión y comunicación. Además es el momento de corregir los asilvestrados modales en la mesa (en el cole bastante tienen con lo que tienen) e iniciarles en el gusto por una alimentación variada.

2. Escuchar a los hijos.
No sólo con los oídos, sino con ‘todo el cuerpo’. Atiende su lenguaje corporal e intenta empatizar con ellos y que se sientan comprendidos cuando expresan, por ejemplo, su aversión hacia un nuevo alimento. Respeta sus sensaciones.

3. Evitar distracciones como la televisión o los juegos.
Consejo que también sirve para los adultos. La tele, la tablet o el ordenador no son exactamente alegres camaradas con quienes compartir la tabla de quesos. El hecho de concentrarse en la comida y la conversación ayuda a crear un buen ambiente durante la comida y, por supuesto, a apreciar los alimentos sin anestesia mediante.

4. Respetar los ritmos de los niños
Sobre todo cuando son pequeños, comen a su propio ritmo, muy probablemente ‘eterno’ para los padres. Es importante darles margen para que la comida se convierta en un aprendizaje positivo, no sólo físico, sino también emocional.

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5. Compartir con los niños la experiencia ‘gastronómica’
Es importante –y divertido- comentar con los niños las características de los alimentos que se están tomando. Sabor, color, textura, olor… para enriquecer la dinámica de la comida y ayudar al niño a enriquecer e interiorizar su propia experiencia sensorial, de paso que forjan sus propios gustos.

6. Adaptar al niño el tamaño de las raciones y no al revés
A los niños les desasosiega encontrarse con demasiada cantidad de comida en el plato. Es preferible evitar aquello del ‘come más, que estás creciendo’ y permitir que ellos expresen su natural mecanismo de saciedad.

7. Mostrar interés por la relación del niño con la comida
Para crear correlaciones positivas, es preferible no premiar/castigar a los niños con la tele o juguetes, sino recordarles lo fuertes que se van a poner o todo lo que podrán hacer con esa energía. Así se evita que asocien el momento de sentarse a la mesa con algo negativo que desemboca en que no puedan ver la tele o jugar.

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8. Anímale a comer sin presionarle
Cuando tu hijo se distraiga o pare de comer, anímale sin presionarle. La insistencia no da buenos resultados y consigue que el niño coja miedo a la comida.
Puedes decirle que coma alentándole porque lo está haciendo muy bien, está muy bueno, ya queda poco… Así será más fácil hacer de la comida un rato agradable.

9. El postre es parte del menú
A menudo, se utiliza el postre como recompensa o castigo por haber comido bien, permitiendo que los niños lo escojan o bien privándoles de él. El postre no debe ser nada de eso, sino parte de la dieta variada que proponen los padres y fuente de descubrimiento.

10. Terminar la comida en positivo
Cuando a tu hijo no le gusta un plato o se niega a terminar toda la comida, toma las riendas de la negociación –por ejemplo, pidiéndole que tome dos cucharadas más o que tome el pescado y deje la ensalada-. Y recuerda: toda negociación tiene que terminar con una valoración positiva.

Por experiencia sé que cumplir todo esto es bastante complicado, pero eh, nadie dijo que ser padre fuera plato de fácil digestión.

Buen apetito, ¡y que aproveche!