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¿Una ‘tendencia’? Sin duda, pero no de las pasajeras o sin fundamento. La cosmética ecológica apoya sus premisas en la misma ciencia que la convencional y se presenta como una alternativa para un consumidor versado en letras pequeñas, ingredientes dudosos y papers científicos. O, sencillamente, para todos aquellos que gustan de lo natural por intuición. O para muchas celebrities, que no se sabe si son ecoconscientes o tendenciosas pero demuestran una fidelidad a todo lo ‘verde’ a prueba de jugosas tentaciones.

La premisa, demostrada, es que la piel absorbe más del 60% de los ingredientes que aplicamos sobre ella. Nuestro órgano de mayor tamaño es un tejido poroso, permeable. De ahí la importancia de cuidar las formulaciones y trabajarlas para que sean eficaces, hipoalergénicas, seguras, transformadoras.

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No todas las marcas eco son igual de buenas, pero tampoco lo son las comerciales. Y ni siquiera una buena marca tiene porqué ejercer un cambio notable en tu piel cuando sí lo hace en la de tu amiga. La mejor garantía es la que ofrece el ensayo-error en función de las apetencias previas. Aunque no lo parezca, el consumidor manda.

¿Qué nos da la cosmética eco?

1. Está pensada para pieles sensibles: los productos químicos pueden alterar las pieles delicadas o reactivas. Hay pieles con una intolerancia tan severa que no soportan ninguna crema. Sin embargo, los ingredientes originarios de la naturaleza parecen ser naturalmente hipoalergénicos.

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2. El poder natural de sus ingredientes: las plantas y flores, en su entorno natural, generan sus propios mecanismos de defensa ante las agresiones medioambientales. Estos antioxidantes y micro-nutrientes, son los que heredan sus extractos. Los cultivos orgánicos tienen propiedades más puras por no haber sido tratados con pesticidas o químicos.

3. Son respetuosos contigo y con el entorno: aquí entra en juego el aspecto ‘ético’ del consumo. Los sistemas de producción son pequeños, controlados y basados, muy a menudo, en el comercio justo. Además los envases son reciclables, elaborados con tinta biodegradable, con lo que la reducción de sobrecarga tóxica al medioambiente es muy considerable.

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4. Asequible: la cosmética bio no tiene por qué ser cara. Con el oído puesto en la demanda, las firmas ofrecen líneas bio con horquillas de precio para todos los bolsillos. Desde una gama alta, como puede representar la firma The Organic Pharmacy (+50 euros precio medio)  a la gama BIO Beautée de Nuxe (ningún producto supera los 25 euros), ambas de calidad objetiva y avaladas por sellos bio que garantizan que se cumplen los parámetros de fabricación.