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Qué feo suena el calificativo ‘mediocre. Suenan mejor ‘brillante’ o ‘excepcional’, por razones obvias. Sin embargo, y a pesar de su aspecto despectivo, la mediocridad no significa más que la estacionalidad en un promedio estadístico, una medianía que normalmente viene acompañada de ciertas limitaciones psicológicas que nos impiden abandonarla y despegar.
Óscar Cáceres, coach y creador de Extraordinary People Model, resume las 10 características de las personas mediocres, para que podamos identificar esos rasgos en nosotros mismos y sustituirlos por otros más productivos.

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1.    Viven en un mundo de negativismo autodestructivo. Todo va mal. Todo genera pesadumbre. Y no se cortan en expandir su negritud públicamente. Con lo que contaminan la convivencia con los demás y se convierten en los clásicos ‘agujeros negros’ que te roban las ganas de vivir en 10 minutos.
2.    Como son inseguros, actúan tratando de agradar al resto para no perder su afecto. No asumen el riesgo de desmarcarse con opiniones o empresas personales.
3.    Lo más importante es el ahora. Carecen de objetivos a largo plazo, por lo que se dispersan en los asuntos relevantes.
4.    La culpa de sus fracasos es siempre de los demás. Del clima, de la alineación astral, o de la abuela que fuma, les cuesta asumir la responsabilidad de sus propios resultados.

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5.     Se quedan antes con lo negativo que con lo positivo, tanto de las situaciones como de las personas con las que interactúan.
6.    Es gente quejumbrosa. Sienten que la vida les trata con injusticia, que les persigue un halo de ‘mala suerte’. Se victimizan.
7.    No se involucran en lo que hacen. No ponen ‘toda la carne en el asador’, sino la justita y necesaria para cumplir, tanto en el trabajo como con las personas, con quienes no generan escucha ni conexión emocional.
8.    Como se sienten vapuleados por la vida (‘un juguete del destino’, que decía el pobre Romeo en su romántica desdicha), sienten que el mundo está en deuda con ellos y que los demás tienen que ayudarlos a resolver sus problemas.
9.    Consideran que la vida no les otorga oportunidades. No como las que gozan otras personas, más afortunadas que ellos y premiados, sin duda, sin merecerlo. Terreno abonado para el resentimiento.
10.    Sienten envidia por el éxito de los demás. Cuando alguien les cuenta un proyecto, o idea, desean secretamente que fracase puesto que la bonanza ajena les hace sufrir.

Afú, qué de chungueces, vistas así, todas juntas. Hay una lógica interna que conecta todos estos rasgos, articulados por la frustración de no haber conseguido ‘realizarse’, sea lo que sea que entienda cada uno por esto. La búsqueda de uno mismo y de la felicidad no se regala en este mundo hiperconectado e hipercompetitivo. Así que tomémonos un tiempo de reflexión para saber cómo y con qué llenaremos nuestros breves días en este fascinante y execrable mundo. Un espacio diario de meditación para no ‘dejarnos caer en nuestros errores’ y librarnos del mal de la mediocridad, que tiene pinta de acarrear un sufrimiento ímprobo. Ya saben, esto del coach siempre es bastante obvio pero nunca está de más recordarlo. Que les vaya bonito.