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Después de décadas de espera, el diseñador tunecino Azzedine Alaïa sucumbe a los encantos del mundo de la belleza. Acaba de presentar su primera fragancia en París y después llegará su línea de maquillaje. El gato al agua se lo ha llevado Beauté Prestige International, que ya tiene bajo sus alas la distribución de las fragancias de Issey Miyake, Narciso Rodríguez, Jean Paul Gaultier o Elie Saab. azzedine-alaia-perfume
Parece algo natural que un diseñador tenga una división de belleza dentro de su sello, de hecho la perfumería y la cosmética se han convertido en una fuente suculenta y segura de ingresos para los modistos internacionales más importantes. Hay excepciones, claro, pero cada vez son menos.

Y Azzedine Alaïa ha dejado de serlo. El genial creador, escultor de formación, perfeccionista al detalle, alérgico a la farándula y díscolo con la industria de la moda –él presenta sus colecciones cuando cree que están listas, sin ajustarse a ningún calendario- se ha dejado seducir por el mundo de la cosmética. ¿Cuántos ceros tendrán la culpa?

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A partir de junio comenzará a llegar a tiendas selectas de todo el mundo su primer perfume, una creación de la nariz Marie Salamagne, y que según cuentan quienes han podido olfatearla, exuda frescura de larga duración con toques orientales.

Alaïa quería que el punto de partida fueran sus recuerdos de infancia en Túnez y la sensación refrescante que sentía cuando su abuela, siguiendo un tradicional sistema de refrigeración, vertía agua en el suelo para enfriar el ambiente.

Entre sus notas pimienta rosa, peonía, freesia, violeta o almizcle. La botella, creada por Martin Skezely, es una oda al cuero cortado con láser que el diseñador utiliza desde 1992 y la tapa reproduce una bobina de hilo de oro.