Hay a quien ‘se le echa la casa encima’ y quien es incapaz de salir de ella. Cuando la reclusión traspasa los límites de lo normal, hablamos de un comportamiento sintomático que, asociado a muchas otras características, podría señalar síndromes con nombres propios. Sólo un médico puede y debe valorar si se trata de algo aislado o si estamos ante uno de estos síndromes que cursan entre cuatro paredes: Asperger y Hikikomori.

La mente humana es fascinante en cualquiera de sus manifestaciones. Hasta el más común de los mortales es asombroso en el día más anodino de su vida. Y los que no son tan comunes, bien merecen visibilidad, respeto y comprensión.

Síndrome de Asperger

Se incluye entre los TEA (Trastornos del Espectro Autista) y no es una enfermedad –puesto que no se cura ni se contagia-, sino un trastorno generalizado del desarrollo. Ojo, no es incapacitante para la consecución de metas: entre sus afectados más conocidos se encuentra el Premio Nobel de Economía Vernon Smith; y se dice que Mozart, Einstein o Newton también lo padecían. En otro orden de cosas, también Tim Burton o Michael Jackson.

El Síndrome de Asperger se da en una media de 3 a 7 casos por cada 1.000 niños de 7 a 16 años. Afecta más a los niños que a las niñas y se suele detectar entre los 2 y los 7 años de edad. Los afectados son personas inteligentes, de aspecto externo normal, sin retraso en la adquisición del habla pero con ciertos problemas para relacionarse con normalidad e inadecuación en comportamientos sociales. No andan escasos de valores positivos: se les considera bondadosos, fieles y sinceros.

¿Un perfil algo más completo?

-Les cuesta salir de casa.

-Eluden el contacto social.

-Tienen dificultad para relacionarse con sus iguales –otros niños-, son impositivos y siempre quieren ganar. Rehúyen los deportes de equipo. El colegio es fuente de conflictos.

-Prefieren la soledad.

-Lloran fácilmente por pequeños motivos.

-No establecen contacto visual, no captan las ironías e interpretan literalmente las frases hechas, hablan con un tono monótono, les cuesta entender oraciones complejas, tienden a obsesión cuando les interesa un tema, tiene muchos rituales en casa, le cuesta improvisar y salirse del guion, manifiesta escasas destrezas físicas.

¿Un ejemplo de la cultura popular? ¡Sí, ése mismo! Nuestro querido Doctor Sheldon Cooper sería un Asperger de libro.

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Síndrome de Hikikomori

Los primeros casos comenzaron a estudiarse en los 70 y en Japón, de ahí el nombre tan característicamente nipón. A día de hoy se han localizado casos de retraimiento social agudo por todo el mundo –también se conoce como Síndrome de Puerta Cerrada– y el perfil de afectados comparte una característica común: el deseo de ser invisibles.

Los Hikikomori:

-De media, no pasan de 25 años.

-3 cuartas partes de los afectados son varones.

-Se trata del hijo mayor.

-Han sufrido acoso escolar.

Más causal que el Asperger, podría decirse que se trata de la consecuencia psicológica de una mala gestión emocional al estrés que les genera el contacto con los demás. Se ha asociado con la fobia social, la agorafobia y el Síndrome de Diógenes ya que suelen acumular basura en sus cuartos con tal de no salir al exterior. La habitación se percibe como el único espacio seguro, y en ella establecen su reino y sus propias normas. Una burbuja blindada a cal y canto.

La detección temprana y el tratamiento psicológico adecuados podrían resolver esta casuística. Lo importante en esta clase de comportamiento enfermizo es que no se haga crónico.