¿Quién es la guapa que a partir de los 40 o de los 30 no se ha dado a los rellenos antiarrugas? Pues ¡alguna queda! Pero son legión las que apuestan por inyectarse algo en su bonita y madura cara. Y las que no, se preguntan…¿Me reconoceré ante el espejo o me voy a convertir en la prima hermana del Joker? ¿Tengo que infiltrarme cada mes o esto aguanta al menos 1 año? ¿La sustancia es natural o más plástica que el hígado de Barbie? Dónde encuentro un médico fiable, no un Nick Riviera de la vida. En definitiva: ¿son fiables los rellenos antiarrugas o no?

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Hacerse estas –y muchas otras- preguntas cuando se está valorando un inyectable facial es razonable. Se trata de un procedimiento discretamente invasivo y alejado de las conversaciones ‘habituales’ del común de los mortales, por lo que se hace imprescindible buscar fuentes de información autorizadas. En esta línea, la farmacéutica Allergan (etiqueta comercial de las sustancias de marras) acaba de lanzar al mundo cibernético una página de Facebook en la que poder consultar toda clase de dudas. Tu rostro habla de ti (en este momento, con 1.221 seguidores) se presenta como un referente en medicina estética donde se habla tanto de novedades como de soluciones ya existentes para combatir el paso del tiempo. Además, se puede consultar con un especialista y encontrar el doctor más próximo con el localizador de clínicas.

Entendemos que los rellenos antiarrugas para la cara intrigan, así que aclaremos dudas grosso modo entre las dos sustancias más demandadas: el ácido hialurónico y la toxina botulínica.

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El ácido hialurónico es una sustancia presente de manera natural en el cuerpo, segura y de efecto reversible. Es un tratamiento ambulatorio que requiere únicamente anestesia tópica (por ejemplo, la crema Emla) y se realiza en la propia consulta médica, no en un quirófano acondicionado asépticamente para la ocasión.

Este relleno está indicado para pieles finas y deshidratadas que empiezan a mostrar algunas huellas de la edad, como líneas finas de expresión o arrugas superficiales (patas de gallo, entrecejo, surco nasogeniano…)

También se aplica como material reconstructor de los volúmenes del rostro, así como para aumentar el tamaño de los labios.

Yo lo he probado y la experiencia fue muy positiva. El ácido hialurónico capta las moléculas de agua y las retiene en la piel, con lo que el aumento de la hidratación (y de la jugosidad) es muy notable, y también se ve la cara más lozana. Los resultados se perciben enseguida y se mantienen en torno a 1 año en función de la calidad de la piel y del estilo de vida.

¿Se puede combinar con el Botox, la otra sustancia inyectable más popular? Sí, puesto que ambas rejuvenecen. Pero los efectos son muy diferentes.

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El Botox, nombre en el mercado de la toxina botulínica, es una proteína que relaja temporalmente el músculo tratado atenuando las líneas de expresión. Se aplica mediante micro-inyecciones sobre el músculo implicado en la formación de la arruga, e impide que surjan nuevos surcos y que se hagan más profundos los que ya están ahí. No es, por tanto, un relleno, sino una solución inmediata a las arrugas. Y, si se hace bien, no tiene por qué devenir en uno de esos marcianos rostros congelados que hacen verter ríos de tinta, como nos contó nuestra compañera y voluntariosa conejillo de indias Eva Reuss.

Los efectos son visibles de 48 a 72 horas después de la infiltración, y los máximos resultados se ven a los 15 días. La duración es similar a la del ácido hialurónico.

¿La pega? Aparte del precio (valor relativo), el efecto enganche, que hace prácticamente indispensables estas sustancias reabsorbibles una vez se ha coqueteado con sus bondades. Y luego no hay suministro de metadona que aplaque los síntomas, advertida quedas, congénere.