Cumpleaños feliz para Klorane. La marca especialista en activos vegetales, la primera que Pierre Fabre creó, celebra medio siglo. 50 años que han conmemorado recuperando el antiguo logotipo, un guiño a la historia de una firma convertida ya en un clásico.

Corría el año 1965. Mientras los Beatles volvían locas a millones de fans en todo el mundo a ritmo de Help, las mujeres dejaban sus piernas al descubierto vistiéndose una minifalda, Estados Unidos entraba en guerra con Vietman o Charles de Gaulle era reelegido presidente de Francia…, en pleno corazón de Castres, un joven farmacéutico empezaba a construir las bases de un imperio.

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Y uno de los primeros pasos que dio el señor Pierre Fabre para conseguirlo, fue comprar Klorane, un modesto laboratorio que se dedicaba a hacer jabones. Y nada más tomar las riendas amplió la gama hasta 32 referencias y creó una filosofía de marca: la seguridad y la inocuidad por encima de todo.

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Pero no serían los jabones los que harían famosa la firma, sino los champús. En 1966 nace el champú a la Camomila para cabellos rubios, al mismo tiempo que otro se convierte en el protagonista de la primera publicidad de Klorane: su champú anti-laca. El éxito fue rápido y en poco tiempo la marca se coló en muchos cuartos de baño. Después llegarían los champús tratantes a la Capuchina, a la Ortiga blanca o a la Quinina; y la gama “reflejos” a la Henna, al Nogal o a la Centáurea, todos ellos biológicos.

En 1967, el año que vio morir a Ernesto Che Guevara o Azorín, se produciría otro hito importante: nace la gama para bebés a base de caléndula. La planta se cultivaba en las tierras de la explotación experimental de agrotecnia de los Laboratorios Pierre Fabre.

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Pero no sería el único lanzamiento importante de 1967, también creó un producto asociado a un gesto imprescindible para muchas mujeres: el desmaquillado. La inspiración volvería a encontrarla en la naturaleza y esta vez el protagonista sería el aciano, una planta utilizada desde la Edad Media por sus propiedades calmantes y descongesionantes. Había nacido un clásico encerrado ya en el mítico frasco azul ultramarino.

Cambiamos de década, llegan los locos 70, la televisión irrumpe en los hogares y empieza a extenderse los grandes almacenes, el gran consumo empieza a ser un hecho. En 1972 los champús de Klorane encabezan el ranking de ventas farmacéuticas y la marca cruza los Pirineos y llega a España. Pero fue otra la revolución: el champú en seco a la ortiga blanca. Su éxito fue rápido y con los años se convertiría incluso en el secreto del inconfundible peinado del diseñador Karl Lagerfeld.

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Es también la década en el que se crea el servicio de agrotecnia, precursor de la Phytofilière®, que no es otra cosa que el control de la planta desde que nace. En cultivos cercanos, que gestionan campesinos locales, se producen la caléndula, aciano, camomila, ruscus o cornezuelo de centeno que luego incorporarán a sus fórmulas.

Los 80 traen la modernidad a España y en los laboratorios Klorane inauguran una nueva generación de champús de uso frecuente: una leche vegetal de emulsión lactescense. Adiós a las bases lavantes, nace un nuevo concepto de limpieza capilar. Y 1986 supone el final de los envases de vidrio y se sustituye por el policloruro de vinilo o PVC.

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Con la década de los 90 llega la Phytofilière®, una cadena de experiencia farmacéutica que controla todas las etapas del proceso, desde la selección de la planta hasta la extracción vegetal y de la que se beneficiará todo el grupo Pierre Fabre. Pero su compromiso va más allá, en 1994 se crea el Institut Klorane, una fundación de para la conservación, protección y el buen uso del patrimonio vegetal. Y para financiar sus acciones, decide recaudar 1 franco en cada frasco de champú vendido, convirtiendo así, de hecho, a cada una de sus consumidores en activistas en ciernes.

Llega el cambio de siglo y algunos de los productos de Klorane se han convertido en clásicos. En estos años nacerá la gama capilar a la granada para cabellos teñidos, pero también la de Cidra para pelo graso, manteca de Mango o Leche de Avena. El programa específico anticaída, denominado K1 K2, a base de olivo y pino marítimo.

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Klorane empieza a explorar nuevos lugares, fuera de Europa, en busca de activos que enriquezcan el patrimonio vegetal de la marca. En el África subsahariana descubren las propiedades del dátil para tratar los cabellos especialmente secos y dañados. Su implicación en la zona le lleva formar parte del programa ecológico de la Gran Muralla Verde: la idea es crear un cinturón vegetal formado por distintas especies para frenar el avance del desierto atravesando el continente africano de oeste a este, de Dakar a Yibuti, en 7.000 km de longitud y 15 km de ancho.

En 2013 fallece Pierre Fabre, pero Klorane ha seguido lanzando nuevos productos fieles a la filosofía de su creador: como la línea voluminizadora a las fibras de lino o el champú en seco para cabellos castaños.

¿Cuál es tu clásico de Klorane?