Tengo que confesaros que soy de las personas a quienes les gusta estar a remojo hasta que se me queda la piel arrugada y casi colgandera. Cuando hago turismo, no hay nada que me guste más que descubrir nuevos spas y tratamientos de belleza locales. Sin embargo, desde que vivo en Nueva York lo que busco son espacios europeos para desconectar del choque cultural nuestro de cada día.

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Aire Ancient Baths es como volver a casa. Creados siguiendo la estructura de los baños grecorromanos y recuperando espacios pintorescos, este templo del relax made in Spain se sitúa en una antigua fábrica textil del barrio de TriBeCa. Como alguien tiene que sacrificarse para descubriros los mejores tratamientos de belleza disponibles en el Nuevo Mundo, en plena ola de calor pegajoso fui a visitarlos para contaros mi experiencia de primera mano.

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Aire Ancient Baths, inmerso en una caverna subterránea iluminada a la luz de las velas, fusiona las tradiciones de las diferentes culturas que pasaron por España en una experiencia moderna y elegante. La belleza visual del centro (que por cierto fue construido con piedra y mármol importado desde el sur de España) permite relajar todos los sentidos. En una ciudad sobreexpuesta a unos decibelios inquietantes a cualquier hora del día o de la noche, encontrar un espacio sin ruido es casi una necesidad vital para no perder el juicio.

Con una carta de siete piscinas a diferentes temperaturas claramente inspirada en las tradiciones romanas, este spa está diseñado para conseguir una evasión total en los 90 minutos que dura la experiencia. Tanto que he llegado a pensar que lo que necesitan estos ejecutivos tan estresados es pasar por el flotarium del centro (una piscina que simula las condiciones de salinidad del Mar Muerto) para volver a ser personas y pensar con claridad.

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El flotarium, un must para ejecutivos estresados.

Si el remojo relajante os parece poco, Aire Ancient Baths cuenta con una amplia carta de servicios complementarios para conseguir una evasión total de cuerpo y espíritu. Yo no haría ascos a sus masajes a cuatro manos o a las experiencias de lujo de tres horas que incluyen un baño privado de cava, aceite de oliva o vino tinto.

Aunque el spa es muy estricto en limitar el numero de clientes permitidos en el espacio, os recomiendo escoger la sesión de las 7 de la mañana para evitar las hordas de turistas sobreexcitados al contacto con el agua. Los madrugadores  tienen el bonus de poder disfrutar de un concierto de guitarra española mientras saborean las aguas del centro sin cargo adicional. La hora que pasé en las piscinas flotando en silencio y armonía junto con otras dos personas fue una experiencia inolvidable.

La maravillosa piscina templada que te deja K.O. en dos asaltos.

El spa Aire Ancient Baths tiene como misión traer a Nueva York el concepto de  salutem per aquam (es decir, recuperar la salud a través del uso del agua). Y es que, aunque este centro sea digno de albergar a todo el elenco de Sex and the City simplemente por lo chic de sus instalaciones, la hidroterapia sirve para aliviar dolores musculoesqueléticos, facilitar la respiración en personas con ataques de asma, fomentar el retorno venoso, promover la circulación de la sangre y bajar los niveles de estrés. Yo, que sufro de nuevayorquitis crónica, os puedo asegurar que funciona y te hace olvidar que las calles son puro fuego.

Aire Ancient Baths está situado en el numero 88 de la pintoresca Franklin Street, y su ritual de baño y aromaterapia básico de dos horas de duración cuesta 75 dólares (unos 65 euros al cambio).