Un equipo de investigadores internacionales liderados por el español Juan Carlos Izpisúa ha logrado revertir el envejecimiento en ratones aquejados de progeria, una enfermedad que produce un envejecimiento prematuro. Con este trabajo se logra dar un primer paso hacia la mejora de la calidad de vida de la población.

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Juan Carlos Izpisúa, uno de nuestros científicos con más prestigio, es el director de este proyecto de investigación.

No envejecer: ésa es la meta del ser humano y para ello la ciencia busca y busca; los laboratorios trabajan intentado encontrar el bálsamo de Fierabrás que logre acabar con todos nuestros males y nos mantenga en un estado de permanente juventud.

No es fácil la aventura, porque envejecemos desde el mismo momento que damos la primera bocanada de oxígeno nada más nacer. Sin embargo, como la esperanza de vida cada vez es mayor -el último dato conocido es que podemos vivir hasta los 120 años– nuestro organismo cada vez tiene más problemas de deterioro físico y psíquico.

Por eso, este estudio publicado el pasado miércoles en la revista científica Cell abre muchas puertas, no sólo en lo referente a nuestra belleza, que es la capa más vistosa de nuestro organismo sino, y más importante, en lo referente a todo nuestro organismo.

Juan Carlos Izpisúa, profesor del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk y Catedrático Extraordinario de Biología del Desarrollo de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), es uno de los científicos de mayor prestigio no sólo en España. Él, junto a otros españoles y de otras nacionalidades, como el doctor Pedro Guillén, fundador de la clínica CEMTRO de Madrid, ha explicado que “nuestras células tienen una instrucción fundamental que viene dada por el epigenoma. Dicho de manera sencilla, el epigenoma son las marcas que se van añadiendo al ADN de nuestras células conforme vamos añadiendo años. Alterar y volver atrás el reloj del epigenoma puede inducir a un funcionamiento mucho mejor de nuestros órganos y por lo tanto, la esperanza de la aparición de la enfermedad más tarde”. Es lo que han hecho: reprogramaron una serie de marcas químicas que se acumulan en el epigenoma y vieron cómo se adaptaba el organismo al entorno, con lo cual se ha demostrado que los cambios en el epigenoma participan en la evolución del envejecimiento. Se abren así vías muy interesantes para retrasar el envejecimiento celular.

El trabajo lo han realizado con ratones y aunque, obviamente será mucho más complicado revertir el envejecimiento en las personas, lo que han constatado es que “el envejecimiento es un proceso dinámico y plástico y, por tanto, será más susceptible a las intervenciones terapéuticas de lo que pensábamos anteriomente”, ha añadido Izpisúa.

A la izquierda un ratón con progeria y a la derecha un ratón con progeria reprogramado. Foto: Instituto Salk.

En los ratones con progeria que fueron reprogramados su vida se prolongó un 30%, y en los que estaban sanos, mejoraron los problemas asociados a la edad y se observó una mejor cicatrización de algunas heridas. También se ha visto mejoras en la regeneración páncreas y del tejido muscular.

Queda mucho para que los seres humanos podamos disfrutar de este descubrimiento. Los investigadores saben que no pueden manipular la expresión de unos genes, por lo que la vía adecuada es la química. Juan Carlos Izpisúa concluye: “encontrar un compuesto químico que produzca ese efecto es fundamental, porque si sabes la dosis y sabes cuándo se debe tomar y lo has probado en animales, será mucho más práctico que activar un gen”.

¿Nos desaparecerán las arrugas, la flacidez y las patas de gallo, os preguntaréis? Según Juan Carlos Izpisúa, es posible, porque todos los efectos físicos del envejecimiento tienen una base molecular y celular. El asunto es si lo veremos nosotros.

Os recuerdo, por último, que Juan Carlos Izpisúa abandonó en 2014 la dirección del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, un centro de referencia mundial, ante la falta de apoyos políticos y financieros, y se fue a Estados Unidos donde trabaja actualmente.

¿Dónde están todos nuestros científicos?