La Unión Europea por fin ha puesto límites al uso de los empastes dentales con mercurio y ha prohibido su uso en menores de 15 años y mujeres embarazadas o en periodo de lactancia a partir del 1 de julio de 2018.  

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Mientras tanto, y aunque su toxicidad está más que demostrada, continuará el envenenamiento. Se limitará su utilización en enero de 2019 y el objetivo es eliminarlo totalmente en 2030. Algunos países como Dinamarca, Holanda o Noruega ya han tomado la delantera y las han erradicado casi por completo. Y en otros como Japón, Rusia o Suecia, no sólo no se utilizan, sino que su uso está terminantemente prohibido porque las autoridades sanitarias consideran suficientemente demostrada su peligrosidad para la salud.

Las llamadas amalgamas dentales se componen de un 50% de mercurio, un metal pesado muy tóxico para la salud y para el medio ambiente, especialmente para el desarrollo del sistema nervioso de fetos y niños. Se prohibió de los termómetros pero ahí sigue, autorizado para contaminarnos a través la boca. ¿Y luego nos preguntamos el porqué de tantos casos de cáncer? El mercurio es bioacumulable y no desaparece del medio ambiente una vez liberado. Ya la ONU en 2002 publicó un informe sobre la urgencia de reducirlo a nivel mundial, como veis, vamos a toda prisa.

Como me cuenta la doctora Beatriz R. Vilaboa, médico de la Clínica Vilaboa y profesora de la Universidad San Pablo-CEU de Odontología Estética, “las amalgamas son una mezcla de varios metales, entre ellos plata y mercurio”. “Durante mucho tiempo cumplieron su función pero en Clínica Vilaboa nunca los hemos utilizado porque claramente hay otros más novedosos y eficaces, además de más estéticos porque son muy similares al diente natural”.

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Estos empastes dentales se utilizan desde principios del siglo XIX y desde entonces la comunidad científica ya hablaba de su toxicidad, ahora no hay ninguna duda. Diversos estudios demuestran que en sólo 5 años el 30% del mercurio se evapora de la amalgama y es absorbido por el propio cuerpo, a través de la sangre y la linfa, recorriendo todo el organismo y almacenándose en los tejidos.

Aunque cada vez son menos comunes, algunos odontólogos sí siguen utilizándolos. ¿Cómo detectarlos?: “las amalgamas tienen un color gris oscuro, mientras que los composites se adaptan al color de tu diente. Hace mucho que sabemos que el mercurio es tóxico, ya se prohibió su uso en termómetros y, lógicamente, cada vez se limitará más su uso”, explica la Dra. R Vilaboa.

En su lugar ahora se utilizan composites, que es “un material de alta tecnología relacionado con la nanotecnología, también utilizados para aviones, barcos, que tienen la propiedad de que se dilatan y se contraen de manera similar al diente. Este factor es muy importante para la boca, en la que se producen muchos cambios de temperatura”, añade la Dra. R Vilaboa.