Las pestañas son un puntal imprescindible de la belleza del ojo, cuanto más espesas, largas y oscuras, mejor. Pero si la naturaleza no te ha agraciado con unos buenos abanicos naturales, tienes opciones para conseguirlos. Aquí el tamaño sí que importa. Descúbrelas.

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Las pestañas enmarcan el ojo, lo agrandan visualmente y hacen la mirada más intensa y atractiva. Su función primaria no es el embellecimiento, sino la protección del ojo contra las agresiones externas, pero desde tiempos inmemoriales han sido una de las claves de la belleza del rostro y se han tratado en consecuencia. Aunque fue en el siglo XIX cuando Eugène Rimmel inventó la máscara de pestañas tal como la conocemos, ya en la antigua Roma existían fórmulas de cosméticos para oscurecerlas y fortalecerlas, así que esta pequeña zona del cuerpo cuenta con su propia historia de experimentos y tratamientos de belleza, desde el ricino al antimonio, pasando por el hollín y otros mejunjes oscuritos. Nosotras, las que nacimos a finales del siglo XX ya nos lo encontramos todo hecho: máscaras que vienen en tubito, con aplicadores para todos los efectos, volumen, longitud, amplitud, sin grumos, sin pegotes. Teníamos rizadores, con y sin calor, tintes y permanentes de pestañas e incluso pestañas postizas, enteras o por grupitos, para ocasiones especiales y bastante fáciles de poner.

Pero de repente todo eso es poco, porque no queremos pestañas impresionantes sólo un ratito. Queremos levantarnos de la cama con pestañones, poder hacer una caída de ojos como Lauren Bacall antes de quitarnos las legañas, salir de la piscina y hacernos sombra con ellas, parpadear y provocar un huracán en Hawaii. Y entonces llegaron las extensiones, que mejoran en mucho el efecto de las pestañas postizas y además lo alargan durante semanas.

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Se trata de hilos de seda de diferentes grosores, longitudes y curvaturas, que se adhieren individualmente con un adhesivo especial a cada una de nuestras pestañas y consiguen el efecto de más pestañas, más largas y más oscuras, sin añadir peso y con naturalidad. Si quieres, claro, porque si lo que buscas es que se note, tienes a tu disposición las extensiones 4D y 5D (desafiando las leyes de la física) y el volumen ruso, que añade hasta 500 pestañas por ojo (mucho muchísimo, si consideramos que de modo natural tenemos unas 100). En cualquier caso, es indispensable ponerte en manos de profesionales especializados y cualificados para que el resultado sea el esperado: internet está lleno de desastres en el campo de las extensiones y no, tú no quieres pegotes extraños ni cuatro pelitos como patas de araña sobresaliendo de tus propias pestañas.

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Las extensiones de pestañas duran unas tres semanas siempre que se traten con cuidado, no se froten ni se usen cosméticos o desmaquillantes con base de aceite, que puede hacer despegar el adhesivo. No se recomienda usar máscara, aunque la verdad es que en las opciones más sofisticadas es absolutamente innecesario, pero si para ti (como para mí) es un toque básico en el maquillaje, esto puede ser un inconveniente. Después, van cayendo al mismo ritmo que lo hacen las pestañas naturales, por lo que se recomienda cada 3-4 semanas realizar un servicio de relleno para ir reponiendo las que han caído. Dada la necesidad de los retoques periódicos para mantenerlas en buen estado, resulta un servicio caro (entre 90-120 euros la primera puesta más unos 50-80 euros los rellenos, según centros), que además requiere un buen rato tumbada con los ojos cerrados, pero en caso de pestañas escasas o muy cortas puede suponer un gran cambio estético y un ahorro de tiempo considerable en el día a día. Piénsalo y nos cuentas.