Mi amiga Ana Parrilla que sabe lo dura que es la vida de las periodistas especializadas en belleza me ha mandado un escrito que coincide bastante con nuestro día a día. A una media de una presentación-evento cada día, para algunos ignorantes, ajenos al sector, un ir y venir de una fiesta a otra…

Viajes: Madrid-París una vez al mes o incluso más. Todo depende de lo hot que esté la agenda de temporada. Casi siempre ardiendo porque cuando no es la Campaña de Navidad es la temporada primavera-verano o la de otoño-invierno. En fin…lo que se dice un “sin vivir” de open days con desayuno, aperitivo, comida, brunch, cena, cóctel de bienvenida o una copita de vino español. Lo que también nos abre al gran mundo del canapé y el cattering en general. Como dice mi querida Anita: “¡La cantidad de salmón que tenemos que comer para poder llevar los garbanzos a casa!”.

El backstage de la prensa de moda y belleza es una agenda llena de invitaciones, eventos, presentaciones y viajes, que a simple vista puede parecer un planazo, pero que en realidad es una especie de jaula de oro donde el resplandor es tan fuerte que puede llegar a hipnotizar primero y cegar después. Menos mal que hay muchos cierres de por medio y tenemos que aterrizar delante de la pantalla de ordenador para seguir escribiendo y poder sacar adelante el trabajo con todas las novedades y lanzamientos.

¡Compañeras del metal, cuidado con no perder el contacto con la tierra…!


Y para el resto asegurar que vivimos en el mundo de la fantasía de Walt Disney, un mundo al revés, y que de verdad, es simplemente trabajo muy bien envuelto a simple vista. Pero por dentro la percepción es completamente diferente.

“He visitado talleres donde se tallan diamantes, donde se cosen bolsos o donde se despinzan visones… Todo muy interesante, pero yo me siento igual de pequeño que cuando visité la fábrica de Chupa-Chups. Cuando se trabaja como periodista de moda tienes que hacer cosas que son propias de adolescentes pasando el verano en un campamento (pijo) de verano: tirarse en paracaídas, ir en helicóptero, galopar a caballo, participar en una ginkana… Es agotador.

Las firmas montan eventos cada vez más complicados y exóticos (ir a ver salir el sol desde un fiordo islandés, cruzar Los Alpes en tren de vapor, montar en globo, surcar el desierto del Sáhara a camello…) para que en la retina y la memoria del periodista se fije la información del producto que se pretende vender.

(En la foto, llevo un vestido de rayas marineras y estoy junto a mi amiga de toda la vida Victoria Beckham. estabamos en Venecia en un palacio del siglo XVII)

Los periodistas de moda (y no digamos ya los de belleza) estamos “siempre agotados, chica, de aquí para allá. Llego a mi casa dejo una maleta y cojo otra que ya tengo preparada… Y luego ¡la época de colecciones! ¡Tres meses fuera de casa! Agotado total. Luego vas y le cuentas tu agotamiento (producto de ir a ver salir el sol desde un fiordo islandés, cruzar los alpes en tren de vapor, montar en globo, surcar el desierto del Sáhara a camello…) a una amiga que es funcionaria o a otra que trabaja de cajera en una sucursal bancaria y te miran como diciendo: “chaval eres totalmente gilipollas”