Trasnochar no es bueno. No has pegado ojo en todo el fin de semana…Duerme un poco. El sueño totalmente reparador, además de ser una solución natural contra el estrés y un método bastante barato para adelgazar y mantener un buen estado de salud y bienestar de por vida.

Es casi obligatorio dormir 8 horas como función fisiológica básica de nuestro cuerpo, tanto como beber o comer. ¿Quién nos roba el sueño?

Cuando dormimos, el metabolismo corporal, el ritmo cardíaco, la respiración y el tono muscular reducen su ritmo. La temperatura corporal desciende y el cuerpo bajo mínimos, se dispone a realizar la indispensable renovación de energías para levantarse al día siguiente como una rosa de mayo o junio.

Mientras soñamos, las ondas cerebrales registran altibajos de actividad relacionados con las diferentes fases del sueño. Son las fases más activas para consolidar el aprendizaje diario, así como para restaurar la noradrenalina de nuestras neuronas. En definitiva, un buen sueño nos hace ser y estar más despiertos por el día. Resulta vital para recargar las baterías y poder funcionar. Una vez subsanado nuestro sueño, el nivel de estrés desciende automáticamente y sin tomar nada.

Cuando todo va como la seda, una cosa lleva a la otra. Y a la inversa: los estados de irritación psíquica provocan gran parte de desarreglos físicos , además de insomnio. 

La falta de sueño es responsable de algunos desórdenes alimenticios que fuerzan a todo el organismo a un desgaste extra, comiendo mucho más de la cuenta. Son los clásicos atracadores nocturnos del frigo.

Si no duermes, el cuerpo empieza por no recibir una oxigenación correcta, imprimiendo un ritmo respiratorio superficial y entrecortado, que impide además de relajarse, dormir adecuadamente. La respiración estresante se convierte en estrés.

Si duermes de día y estás despierto durante la noche vas contra natura. Además, las horas de sueño no reparan tanto por el día como por la noche.

El estrés está muy relacionado con hiperventilar. Respira hondo, relájate, duerme y sal de ese círculo vicioso que nos puede llegar a privar del sueño profundo, imprescindible para recargar baterías y despertar a la mañana siguiente completamente repuestos del cansancio.