BAJA Aurora Guerra

La doctora Aurora Guerra en la presentación de su último libro, “De la mente a la piel”

En este primer volumen de una trilogía que aborda las principales patologías psiquiátricas y su reflejo en la piel en forma de dermatitis atópica, acné, etc..

Entre otras alteraciones cutáneas inestéticas que aparecen en la pubertad como el acné, pueden inducir personalidades introspectivas y solitarias o por el contrario, agresivas y antisociales. Cuando aparecen en la edad media de la vida producen ansiedad, inseguridad, depresión e insomnio, con su consiguiente efecto negativo sobre la vida escolar, social, familiar y sexual.

Los pacientes dermatológicos tienen un 20% más de alteraciones psíquicas que todos los demás…


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• La necesidad de atención psíquica se presenta, en muchas ocasiones, a través de síntomas somáticos localizados frecuentemente en la piel.

• La dermatitis artefacta es la principal expresión cutánea de una alteración psíquica, así como las ilusiones y alucinaciones, las personalidades adictivas a las drogas, la alteración de la imagen corporal consecuencia de la anorexia, la bulimia o la tanorexia y los trastornos compulsivos como la tricotilomanía.

Lesionarse la piel para pedir ayuda es una de las herramientas que los pacientes con trastornos facticios suelen poner en práctica. El prototipo de paciente con dermatitis artefacta es una “mujer de entre 20 y 60 años, de carácter introvertido, centrada en sí misma y con dificultad para relacionarse con los demás”, afirma la Dra. Guerra. La patología dermatológica se desencadena por factores precipitantes concretos, como insatisfacciones, discusiones familiares o tensiones laborales.

El paciente que se autolesiona de forma inconsciente, por una necesidad íntima de llamar la atención o como parte de una enfermedad psicótica.

En definitiva, en la piel se somatizan muchos delirios, es decir, “un individuo puede creer que en su piel suceden cosas que en realidad no ocurren”, señala la Dra. Guerra, lo que pone de manifiesto un síntoma que puede formar parte de un amplio espectro de alteraciones mentales: desde una depresión grave hasta una esquizofrenia.

Efectivamente, la piel también es el espejo del alma y un órgano muy sensible y emotivo.