La búsqueda (y obsesión) por el cuerpo perfecto ha traído hasta las consultas de algunos especialistas (psicólogos, médicos estéticos y cirujanos plásticos) un nuevo desorden emocional: la vigorexia. Una enfermedad relacionada con el exceso de ejercicio físico que a la larga puede provocar una visión distorsionada de nuestro propio cuerpo. Del mismo modo que las personas afectadas de anorexia se ven gordas aunque la báscula diga exactamente lo contrario. Del mismo modo, los vigoréxicos se ven débiles y poco desarrollados muscularmente, aunque luzcan cuerpos de culturista. Esta distorsión les conduce a realizar ejercicio físico de manera obsesiva-compulsiva, lo que acarrea algunas desagradables consecuencias.
Los afectados de vigorexia, a menudo sienten la necesidad de consumir anabolizantes (sustancias que favorecen el crecimiento de los tejidos), con el fin de aumentar la masa muscular. Sin embargo, se ha demostrado que ingerir estos productos puede producir ginecomastia en los varones, o sea, un crecimiento anómalo del tejido mamario, tan común que hoy afecta al 50% de los hombres, aunque también puede deberse a un desarreglo hormonal que ocurre durante la pubertad o a un aumento de tejido graso en la zona.
Por suerte, hoy la ginecomastia se puede corregir con cirugía. Para ellos, existen tres técnicas:
– Liposucción. Se realiza cuando el aumento mamario está provocado por un exceso de tejido graso. Se realiza con anestesia local.
– Mastectomía subcutánea. Cuando existe desarrollo excesivo de tejido glandular, se puede practicar la extracción de tejido a través de una incisión semicircular en el reborde inferior de la areola mamaria.
– Mamoplastia de reducción. La intervención se parece bastante a la de reducción femenina de pecho. Se realiza cuando existe desarrollo de tejido glandular, pero también de grasa y piel.
Las cicatrices de todas las intervenciones son prácticamente inapreciables. La recuperación exige un reposo relativo de una semana, y a partir de 8 días, se puede hacer vida normal. Precio aproximado de la intervención: 3.300 euros.
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Los hombres también se reducen el pecho con cirugía estética
La búsqueda (y obsesión) por el cuerpo perfecto ha traído hasta las consultas de algunos especialistas (psicólogos, médicos estéticos y cirujanos plásticos) un nuevo desorden emocional: la vigorexia. Una enfermedad relacionada con el exceso de ejercicio físico que a la larga puede provocar una visión distorsionada de nuestro propio cuerpo. Del mismo modo que las personas afectadas de anorexia se ven gordas aunque la báscula diga exactamente lo contrario. Del mismo modo, los vigoréxicos se ven débiles y poco desarrollados muscularmente, aunque luzcan cuerpos de culturista. Esta distorsión les conduce a realizar ejercicio físico de manera obsesiva-compulsiva, lo que acarrea algunas desagradables consecuencias.
Los afectados de vigorexia, a menudo sienten la necesidad de consumir anabolizantes (sustancias que favorecen el crecimiento de los tejidos), con el fin de aumentar la masa muscular. Sin embargo, se ha demostrado que ingerir estos productos puede producir ginecomastia en los varones, o sea, un crecimiento anómalo del tejido mamario, tan común que hoy afecta al 50% de los hombres, aunque también puede deberse a un desarreglo hormonal que ocurre durante la pubertad o a un aumento de tejido graso en la zona.
Por suerte, hoy la ginecomastia se puede corregir con cirugía. Para ellos, existen tres técnicas:
– Liposucción. Se realiza cuando el aumento mamario está provocado por un exceso de tejido graso. Se realiza con anestesia local.
– Mastectomía subcutánea. Cuando existe desarrollo excesivo de tejido glandular, se puede practicar la extracción de tejido a través de una incisión semicircular en el reborde inferior de la areola mamaria.
– Mamoplastia de reducción. La intervención se parece bastante a la de reducción femenina de pecho. Se realiza cuando existe desarrollo de tejido glandular, pero también de grasa y piel.
Las cicatrices de todas las intervenciones son prácticamente inapreciables. La recuperación exige un reposo relativo de una semana, y a partir de 8 días, se puede hacer vida normal.
Precio aproximado de la intervención: 3.300 euros.
Ana Nuñez
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