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Acaba de nacer tu bebé y estás eufórica de alegría. La felicidad te embarga y te sientes la mujer más afortunada del mundo. Pero, al cabo de unos días de abandonar el hospital, estás sola en casa y de repente te pones a llorar desconsoladamente sin una razón aparente. “Este súbito cambio de humor es bastante común y lo suelen experimentar todas las mamás. Pero una cosa es tener el ánimo bajo, que viene a durar entre 2 y 5 días después del parto, y que es de lo más normal. Pero si  los síntomas superan los 10 días, entonces sí podemos hablar de una depresión postparto (DPP)”, confirma Joaquín Conesa, doctor en psicología clínica del Hospital San Carlos, de Murcia. Según su experiencia, las madres primerizas tienen más riesgo que las veteranas en padecerlo ya que “el cambio hormonal tras el parto les pilla de nuevas”. También tienen un mayor riesgo de padecerlo (un 20% más), las mujeres que se han sometido a procesos de estimulación ovárica o de fertilización in vitro para tener hijos “ya que el golpetazo hormonal tras el parto es mucho mayor”.

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¿Por qué ocurre?

La depresión postnatal  suele afectar a una de cada diez mujeres. Las causas  no están todavía del todo claras pero según los psicólogos clínicos “se suelen deber a factores ‘biopsicosociales’, como: a los cambios bioquímicos en el cerebro, al perfil psicológico de la madre y a factores sociales como el estrés o la estructura familiar.

La DPP se manifiestan cuando:

–       hay una falta de apoyo y de cariño de la pareja.

–       el bebé es prematuro, enfermizo o muy llorón.

–       hay antecedentes familiares de depresión.

–        una ausencia de la madre en la infancia (antes de los 11 años).

–       causas hormonales por la súbita caída de estrógenos, asociados a las endorfinas u hormonas de la felicidad.

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Según la profundidad que tengan estos sentimientos de tristeza y de melancía, los profesionales los clasifican en tres grados:

  1. Maternity blues, o baby blues es una reacción depresiva pasajera bastante habitual que suelen sufrir entre un 50 y 80% de las flamantes mamás. Se trata de un fenómeno bastante frecuente de ajuste y de adaptación a la nueva realidad de tener un niño en casa. Cuando la mujer ve que su bebé come, duerme y que lo puede cuidar sin ningún problema, el malestar y la tristeza desaparece espontáneamente.
  2. La depresión postparto (DPD). Afecta a un 20% de las madres y se trata de un episodio depresivo algo más severo. Puede durar entre seis semanas y un año. Esta condición puede ser tratada con medicamentos (siempre que la madre no esté dando de mamar al bebé) y/o con psicoterapias.
  3. Psicosis puerperal. Este es un trastorno mayor que requiere tratamiento de inmediato. Es bastante poco frecuente; uno de cada mil nacimientos. Los síntomas son mucho más acusados y las mujeres pueden perder el control de la realidad e incluso sufrir alucinaciones o ideas delirantes.

¿Quien la sufre?

La DPP afecta a mujeres de cualquier edad, nivel socioeconómico, e independientemente del número de hijos que tenga.  La actriz Brooke Shields, escribió un libro biográfico sobre su ‘viaje’ a través de la DPP animando a las mujeres a buscar ayuda profesional. Gwyneth Paltrow, madre de Apple y Moses, también la padeció. Pero, ¿qué la causa? Parece ser que los cambios hormonales son la causa más probable. Durante el embarazo los niveles de estrógeno y progesterona (hormonas femeninas) se incrementa considerablemente, lo cual explica porque muchas mujeres tienen esa fuerte sensación de felicidad. Y, como en una montaña rusa, 48 horas después del parto, el nivel hormonal cae en picado y las mujeres pueden sentirse como en un estado de melancolía.

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Adaptarse o morir

Cuidar a un bebé es una tarea agotadora que dura 24 horas al día. Si hasta ahora has sido una mujer independiente y con un trabajo gratificante, a veces, el tener a tu hijo puede resultar un choque brutal ya que de repente ves que cambia radicalmente tu estilo de vida y nadie te ha preparado para ello.  La maternidad significa forzosamente cambios por ello, solo tienes que adaptarte a tu nueva situación y no luchar por vivir la misma vida que llevabas hasta entonces. Muchas mujeres tienen una sensación de ‘pérdida’. Puedes adorar a tu bebé, quererlo con toda tu alma y a  la vez, sentirte que te esclaviza y que te  tiene monopolizada. Además, estás agotada permanentemente porque solo tú puedas darle de mamar por las noches. El cansancio se va acumulando y hace que te sientas deprimida. Y luego está la relación con tu pareja que ya no es como antes y que puede sufrir una gran tensión. Ya no sois una pareja de amantes, ahora sois tres en casa. Y, muchos hombres no saben como ayudar y apoyar a sus parejas en esta  nueva situación, incluso pueden estar celosos del cariño y las atenciones que la madre prodiga a su hijo y se vuelven mucho más caprichosos y exigentes.

¡Relájate!

Paciencia. Cuando te hayas acostumbrado al ritmo de tu bebé tendrás que aprender a distribuir mejor tu tiempo. Tu estilo de vida ha cambiado y vas a tener que saber cuales son tus nuevas prioridades. Si siempre has sido de las de tener un casa impecable, olvídate y acepta que a partir de ahora, estará llena de bolsas de dodotis, de todo tipo de cochecitos, bañeras, cunitas plegables y un sinfín de aparatos y trastos para el niño. Acepta el desorden y se un poco menos intransigente contigo misma. Acepta el caos y no te preocupes tanto ni intentes controlarlo todo. Las supermamás no existen. Prioriza.

Otra manera de reducir la tensión es relajarse practicando algún tipo de deporte o de ejercicio físico. Hay abundantes estudios científicos acerca de los beneficios psicológicos de hacer ejercicio. Las personas que practican algún tipo de actividad física (aunque solo sea dar un paseo) reducen sus niveles de tensión, de agresividad y eliminan las toxinas del estrés. Se sienten mejor, se distraen y se olvidan, por un breve lapso de tiempo, de las constantes exigencias de la maternidad.

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Algunos síntomas de la DPP:

–       Sentirse triste o llorar por cualquier cosa.

–        Irritabilidad

–       Agotamiento, falta de energía

–       No poder dormir bien, insomnio.

–       Dolores de cabeza, de pecho, palpitaciones.

–       Pérdida de apetito y de líbido.

–       Problemas de concentración y de memoria.

–       No tener interés por el bebé.

–       Sentirse incapaz y culpable.

Una madre puede sentirse ansiosa tras el parto lo cual no significa que tenga que padecer una depresión postparto. La DPP solo lo puede diagnosticar un médico o un psicólogo. A veces, se trata de señales de algo mucho más leve, como la típica ansiedad postparto.

¿Qué puedo hacer para evitar la DPP?

–       Evita tomar café, té, alcohol, bebidas de cola y alcohol.

–       Bebe infusiones relajantes tipo tila, manzanilla…

–       Descansa todo lo que puedas, y haz el horario de tu bebé con pequeñas siestas cada vez que él duerma.

–       Vístete, mete al bebé en el cochecito y sal a la calle, pasea, distráete, relájate y disfruta.

–       Habla con tu pareja, tus amigos y tu familia de cómo te sientes. No te aísle y busca el apoyo de tus seres queridos.

–       Practica algo de ejercicio aunque sea en el salón de tu casa.

–       No seas ‘doña perfecta’ y menos en estos momentos.

–       Procura hacer actividades con otras mamás: ir al parque juntas, reunirse para charlar, ir de compras…

–       Metéte en la bañera y date un baño caliente con aceites relajantes.

–       Alquila una película divertida. La risa libera toda la energía negativa y la tensión acumulada.

–       Aunque sólo sean dos horas, deja al bebé con tu madre, tu suegra o con una canguro y sal con tu pareja a tomar algo. Además de madre eres una mujer. No lo olvides.

Superar la DPP

Si pasados 10 días tras el alumbramiento de tu hijo sigues con el ánimo bajo, te encuentras cansada e irritable intenta buscar ayuda profesional pues la DPP se puede volver crónica. Acude a tu Centro de Salud o a un psicólogo clínico que te recomendará algún tipo de psicoterapia: o bien una terapia cognitiva o bien una terapia con técnicas de sofronización, que resulta algo más rápida ya que con 8-10 sesiones habrás superado este trance. Las dos dan muy buenos resultados y son compatibles. La técnica de sofronización consiste en inducir, mediante el uso de la palabra, a una relajación del cuerpo, hasta que llegue a un estado de conciencia similar al que se da en los momentos previos al dormir o posteriores al despertar. Es una especie de estado hipnótico que facilita una relajación mucho más profunda para conseguir superar la DPP.