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Fotograma de “Brazil”, de Terry Gilliam.

Comenzaré este post con una redundancia descomunal, apabullante, supina: la relación que uno mantiene con su propia apariencia es tremendamente personal.

Ya no sólo porque nadie se conoce mejor que uno mismo y es capaz de “notarse” los cambios más imperceptibles a los ojos de los demás, sino porque es tarea de cada uno enfocar esos cambios de la mejor manera; son hilos de pensamiento que se enmadejan cada día, frente al espejo, al probarnos ropa, al ver a la amiga de hace diez años… ¿Qué cuál es la mejor? Aquélla que te haga sentir feliz, te dé paz de espíritu y te mantenga equilibrada.

Este enfoque suele depender de varios factores. Uno, herencia materna. La “cultura” ante el envejecimiento que te transmite tu madre influye, y no poco. Segundo, la herencia cultural, el entorno en que te desarrollas. No hace falta incidir en que la presión no es poca. Tercero, tus propios valores.

La medicina estética sigue generando discurso, si bien cada vez es una realidad más común y asumida. Con todo, las intervenciones son caras, modifican el aspecto y pueden causar adicción entre sus practicantes, razones más que suficientes para que se coloquen sobre la mesa de debate una y otra vez.

¿Fantaseas con hacerte algún retoquillo? ¿Por qué motivo te lo harías?

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Compara con los que ha revelado un reciente estudio europeo:

•    El 62% de los españoles es más propenso a cuidar su aspecto para aumentar la confianza en ellos mismos que para impresionar a los demás.

•   En España, la gente prefiere aparecer radiante antes que aparentar ser cinco a diez años años más joven.

•   El 61% admiten que si hubieran podido permitirse los tratamientos de estética antes para frenar los signos de envejecimiento se lo hubieran hecho mucho antes.

•    Ni hombres ni mujeres ocultan ya que se realizan tratamientos para mejorar el aspecto físico.

•    A los 36 años la mujer suele iniciar ya sus tratamientos de belleza.

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La encuesta, completada por más de 10.000 personas (aproximadamente 50% hombres y 50% mujeres) y con edades comprendidas entre 20 y 60 años, revela que en promedio es a los 36 años cuando la mujer inicia sus tratamientos de belleza, siendo Reino Unido el país donde antes estiman el comienzo de los mismos a los 33 años y Francia el que más lo demora (a los 38,3 años).

En el estudio se incluyen datos llamativos, como que las españolas no desean especialmente rejuvenecer, sino desprender mayor frescura y luminosidad, estar radiantes. Como asevera el DR. Sierra, de la Clínica Deam de Madrid, Lo de rejuvenecer es muy subjetivo, realmente lo que hacemos es ralentizar el envejecimiento porque no quitamos años sino que con los tratamientos de estética prevenimos la flacidez. La paciente busca que todo el mundo les diga ¡Pero qué bien estás!

A los españoles aún nos cuesta deshacernos del sempiterno “qué dirán”, tan nuestro como la tortilla española o el Toro de Osborne: Actualmente estamos en una época de transición, donde afortunadamente va disminuyendo la visión negativa que pudiera existir en décadas pasadas frente a los tratamientos de belleza– nos comenta el Dr. Jesús SierraHoy en día, tanto los hombres como las mujeres que optan por mejorar y mantener su apariencia física en buenas condiciones lo hacen para sentirse bien con ellos mismos, por autoestima y no se ocultan. Cada vez son menos los pacientes que no quieren compartir sus cuidados estéticos con su marido o amigas.