virutas-de-chocolate

Nunca olvidaré la cara que puso mi hijo, entonces de dos años, cuando le di a probar su primer bombón. Se le abrieron los ojazos, en los que vi fuegos artificiales, se le iluminó la piel, se le rellenaron –aún más- los moflis, las comisuras de sus labios rebosaron néctar y ambrosía… Su aún inexperimentado cerebro debía estar mandando desaforadas ondas de placer a todo su cuerpo, algo como “Dios mío, esto no es puré de zanahoria, patata y pollo”. Pocas cosas hay más satisfactorias que llenarse la boca de chocolate y expandirlo hasta el último rincón, dejar que se derrita en la lengua, saborear los distintos matices del sabor y aprehender la deliciosa grasa del cacao –y sus múltiples propiedades, que ya sabéis, una oncita de chocolate negro tiene probados beneficios y las autoridades sanitarias nos animan a tomarla…-

He conocido gente a la que no le gusta el chocolate. Son raros, llevan vidas sospechosas, pero existen. Están entre nosotros. Podría ser cualquiera de tus amigos. Podrías ser, incluso, tú. Te compadezco si es el caso y ruego por la salvación de tu alma impía. ¡Aaaah!

“Con cariño y un poco de chocolate”, como decía el novio bienpensante del anuncio de tampones aquel que tanta rabia nos daba en pleno furor menstrual, se llega a todas partes, y además de muy buen humor.

Como el buen rollo que se respiraba ayer en Mi Calle de Nueva York con motivo de la presentación de la nueva colección de bombones de Delaviuda, señera marca de dulces navideños que cada año pone el broche a nuestras fiestas o a  nuestros momentos de disfrute en cualquier época del año.

Imagen de los nuevos bombones Choc & Fruit, mezcla de fruta y chocolate. Cortesía de Delaviuda.

Bombones Choc & Fruit, mezcla de fruta y chocolate. Cortesía de Delaviuda.

¿El hilo conductor? Pues la soberana materia de origen maya, como no podía ser de otro modo. Chocolate en nuestros estómagos, en nuestra alma y en nuestras manos o pies; en mi caso en estos últimos gracias a la maravillosa pedicura a base de chocolate que me hicieron. Salí hecha ídolo con pies de chocolate gracias al protocolo a base de exfoliante, mascarilla y aceite dignos de ser manjar de dioses: muy recomendable.

En cuanto a los humanos placeres divinos, esto es, los bombones, estoy segura de que gozarían de la aprobación del mismísimo Quetzalcóatl, de su mujer, de sus sucesoras… Que se los comerían con gusto, sin culpabilidad alguna y cuando tengamos en gana, como tiene que ser. ¿O acaso nosotras, pobres mortales, vamos a poner pegas al alimento de los dioses?

Nuevas variedades de bombonde artesanos. Cortesía de Delaviuda.

Nuevas variedades de bombonde artesanos. Cortesía de Delaviuda.