La vida depende absolutamente del acto de respirar. El hombre puede vivir durante algunos días sin comer, algunos menos sin beber, pero sin respirar sólo puede estar unos pocos minutos. Respirar es vivir, y no hay vida sin respiración. Por muchas diferencias que pueda haber entre la manera de entender la vida de Oriente y Occidente ambos admiten este principio fundamental.

 

Cuando nacemos hasta que no rompemos a llorar no se nos considera vivos, el llanto es el paso simbólico y físico del vientre materno a la vida. El indicativo de que nuestros pulmones funcionan y estamos preparados para afrontar lo que venga por delante. Los orientales dicen que venimos al mundo con un determinado número de respiraciones (inhalación/exhalación) y por tanto si queremos vivir más tiempo sólo tenemos que aprender a respirar profunda y lentamente para agotar ese número de respiraciones lo más tarde posible. A la hora de morir ocurre algo similar el anciano da un débil suspiro, cesa de respirar y la vida llega a su término. Desde el dulce llanto del niño hasta el último suspiro del moribundo, se desarrolla una larga historia de continuas respiraciones.
Oriente siempre ha sabido cuidar y mantener la sabiduría milenaria, integrándola en los tiempos que nos tocan vivir. Con la respiración también nos han mostrado un camino, saben perfectamente que la calidad de la respiración es de vital importancia ya que aporta energía, vitalidad y un estado mental de lucidez, claridad, atención y serenidad, siendo además el vínculo que une el cuerpo a la mente y viceversa.

 

En la práctica de Yoga existe una variedad amplísima de métodos respiratorios, con funciones y metas distintas. Se conocen como Pranayamas o expansión del Prana o energía vital. Hay un tipo de Yoga bastante desconocido pero muy interesante, denominado Swara Yoga, el cual explica qué tareas hay que llevar a cabo cuando la energía fluye por una fosa nasal, por la otra o cuándo por las dos, y por lo tanto, que instante es el mejor para tomar decisiones.
La nariz tiene un lado derecho y un lado izquierdo, usamos ambos para inspirar y espirar, pero casi nunca simultáneamente, se alternan. Ambos son diferentes, el lado derecho representa al Sol, también se le conoce como “Píngala” y está conectado con el hemisferio izquierdo del cerebro y con el sistema simpático, lo que llamamos los mecanismos de pelea y defensa. Por el contrario el lado izquierdo representa a la Luna, se la conoce como “Ida” y está conectada con el hemisferio derecho de nuestro cerebro, con el sistema parasimpático y con nuestros mecanismos de relajación y descanso.

Todo esto podemos utilizarlo a nuestro favor, durante un dolor de cabeza, podemos probar a cerrar la fosa nasal derecha y utilizar solo la izquierda para respirar. En  unos cinco minutos, el dolor de cabeza tiende a desaparecer. Si nos sentimos cansados, hacer lo contrario cerrar la fosa nasal izquierda y respirar solo por la derecha. En poco tiempo nos sentiremos aliviados. Al despertarnos resulta interesante saber de que lado respiramos mejor, si es por el izquierdo, probablemente nos sentiremos cansados. Hay que cerrar esa fosa nasal y utilizar sólo la derecha para respirar durante unos minutos, nos sentiremos más enérgicos rápidamente.
Una práctica que nos ayuda a equilibrar nuestro sistema nervioso es el “Nadi Sodhana” o respiración alterna, consiste en inspirar por la fosa izquierda, retener el aire con comodidad tapando ambas fosas y exhalar el aire por la derecha. A continuación se inspira por la derecha, se retiene, y se expulsa por donde se ha empezado, que es la izquierda. Todo este proceso es una “vuelta”. Para obtener resultados óptimos, lo ideal sería  realizarlo dos veces al día, en tandas de diez vueltas cada vez.

 

Esta terapia natural, es sencilla, efectiva, al alcance de todos, y un legado de la milenaria cultura hindú. Espero que la puedas aprovechar.