Ilustración de James Jean

El tiempo es la sustancia con la que tejemos la vida y, como bien notamos cuando estamos enamoradas o aburridas como monas, cambia completamente según la actividad y el estado de ánimo. También cambia con la edad. El curso lectivo era otro cuando teníamos diez años a como lo vivimos ahora, desde nuestra perspectiva de ocupadísimas madres que tenemos que llegar a mil cosas.

Estamos a puntito de zambullirnos en las vacaciones de Navidad; para ellos, días llenos de magia, fiestas, regalos, paseos por una ciudad engalanada… Para nosotros, lo mismo en versión o amargada o entusiasta “de prestado”, comilonas y muchos días con los peques en casa las 24 horas.

El cine siempre es una estupenda idea para compartir el tiempo. Y más ahora, que hay un estreno infantil prácticamente cada semana.

Os presento la selección que he hecho con mi infante de seis años recién cumplidos, poseedor de una notable cultura audiovisual –mucho más sofisticada que la que tenía yo a su edad, tecnología mediante- y feroz crítico que demuestra su desaprobación durmiéndose tranquilamente llegado el caso.

“Tintín y el secreto del Unicornio”

Agarraos a lo que tengáis a mano, porque estamos ante una de las mejores películas del año, ya no solo de animación, sino de toda la filmografía de Spielberg. A la altura de los dos primeros Indiana, mantiene el pulso narrativo a un ritmo frenético –es un carroussel de situaciones que no da respiro- y es divertida y entretenidísima, no podía ser menos siendo un guión de Steven Moffat.

El sistema que han empleado para elaborar la peli  es el “motion capture” y te sonará si viste “Avatar”. Esto consiste en animar los personajes creando una imagen con ordenador sobre el movimiento real de un actor de carne y hueso.

Lo negativo es que de vez en cuando, las expresiones dan cierto yuyu –ese Tintín con la mirada perdida-…

Lo positivo es que ha permitido crear con esmero una película que hubiera costado una millonada en imagen real.

La técnica es la más avanzada que existe en su campo, así que hay que entender que si no se ha logrado nada mejor, es porque aún no da más de sí.

En cuanto a los personajes, Tintín sigue siendo más plano que una tabla de planchar y Haddock se muestra como el personaje más interesante, el único con arco de crecimiento.

No sé si existe a estas alturas de vida un fandom del pelirrojo periodista belga, pero dudo que se sientan decepcionados con esta película que retrata el cómic tan fiel y respetuosamente. Tampoco creo que le disguste a un adolescente norteamericano que no haya leído un Tintín en su vida.

 https://www.youtube.com/watch?v=zaAye9txScg

“Pánico en la granja”

Fuimos a ver esta película seducidos por la idea de que fuera un stop-motion y los personajes estuvieran hechos con plastilina y base de peana, como las figuritas de plástico de indios con las que jugábamos de peques.

A día de hoy, y pensando y recordando, no sabría decir de qué va “Pánico en la granja”. Sé que es absolutamente delirante, imprevisible, punky, cafre y gamberra: el seminal resultado de unos guionistas en pleno viaje lisérgico. Sé que no tiene hilo conductor, ni principio, clímax y final, que desafía al sentido común y que la animación es pobre y como si le faltaran fotogramas. También sé que mi hijo la ha visto dos veces, le requeteencantó y ha tenido a bien explicármela para que se haga la luz; seguramente esté mucho más cerca de su universo que del mío, y si hago por verla con sus ojos, intuyo algo de orden en el caos.

Recomendada como divertimento.

“Arthur Christmas”

La verdad es que, cada vez más, y gracias, sin duda, a Pixar, la igualdad animación=peli de niños se diluye para introducirse en el imaginario de que disfruta un adulto hecho, derecho y con hipoteca.

“Arthur Christmas” tiene muchísimos atractivos para niños y adultos: unos personajes divertidísimos perfectamente bien trazados y reconocibles, buenos valores y una animación más que competente a cargo del prestigioso estudio Aardman, creador de “Wallace & Gromit” y “Chicken Run”.

La trama no es muy original, pero es que una peli de Navidad tiene sus propios códigos y hay que ceñirse a ellos. Una peli de Navidad sin moraleja aleccionadora y un antihéroe que se gana el respeto a pulso no sería tal.

Nunca está de más recordar cuál es el verdadero significado de estas fiestas, que nunca se transmitirá mejor vía bluetooth que en persona, y romper una lanza por la autenticidad del momento.

Reí a carcajadas, di varios saltitos en el asiento y lloré como sólo lo hago con la saga Toy Story, diabólicamente genial.

Haréis bien en no perdérosla 😉