Hace ya mucho tiempo que tenía ganas de visitar la peluquería de Juan, por Dios! Quien me conoce bien, sabe que soy una cabeza cambiante, sólo en cuestiones de peinado.; en el resto soy bastante cabezota. Me aprovecho de mi buen pelo, mucho, dócil y de crecimiento rápido. Algunas de mis compañeras me comparaban con la muñeca Rosaura de lo rápido que me crece. Aunque hace poco hice una encuesta y en general, todos me consideran mujer de pelo corto. Por eso mismo en el colegio muchas veces me tocaba hacer de hombre en las funciones de teatro. Eso sí, de corto o de largo, siempre participaba en todos los números de baile, por supuesto.

Volviendo al corte y cambio que me he hecho. Al llegar a la puerta me dicen que el gabinete de prensa no les ha pasado mi cita, entonces en un instante comprendí perfectamente el nombre de esta peluquería. Pero me hice fuerte en la sala de espera y les dije que ahora o nunca. Y fue ahora.

Conocí al almeriense Juan Belmonte en una convocatoria que realicé para peinar en una de las múltiples producciones de fotos de tendencias para El País Semanal, justo cuando su peluquería empezaba a sonar en los círculos de la modernidad madrileña.

Al llegar a su salón esperaba encontrarme con Rossy de Palma o algún personaje así, pero me encontré con otra realidad bastante más almodovariana: un matrimonio mayor, ella con el papel de aluminio dispuesto para las mechas y él, jubilado o a lo peor en el paro, y leyendo un libro tranquilamente, y allí estaba yo con ellos alrededor de una mesa camilla con el tinte puesto. Sólo faltaba el brasero y el canario…Me sentía como en casa.

Mientras, el ambiente y el personal de la pelu se teñían de un estilismo post-moderno, “campechano”, natural y sin aspavientos. Nada que ver con la figura del odioso estilista del anuncio de Tresemmé.

Mi test de salón había comenzado por fin y gracias a Dios y sobre todo a Juan que puso a su equipo en órbita rapidamente desde la distancia de su nuevo salón en el barrio de Chueca. Cuando voy a probar una peluquería voy directa a teñir y cortar, dos pruebas infalibles. Y aclaro que cuando digo cortar, me refiero a cortar de verdad.

Justo ayer, me puse en manos de Conchi y después de decirle las palabras mágicas de hazme lo que quieras, me liberó de una importante alfombra de pelo que cubría las baldosas cuando por fin me levanté de la silla con el corte hecho. No hay peluquero que no me diga, que cuanto pelo tengo mientras me está cortando. Me gusta observar su cara de placer cuando les digo que hay vía libre. Quiero decir que no soy de las que van a la peluquería y se cortan 2 cm. dicen que se han cortado mucho el pelo. He pasado de tener el pelo más abajo de los hombros a un corte en el que se me va la nuca, esa zona erógena oriental que cubre con intención el traje de las geishas.

El resultado ha sido altamente satisfactorio. Recomendado queda.

–    Cambio de look + Corte + Peinado. Precio: 52 euros (depende de la complicación del peinado)
–    Coloración. Precio: entre 32 y 55 euros (oscilando según sean mechas, color, decoloración…)

La coloración que me hicieron fue con productos de la firma Redken de L´Oréal, la más comprometida con las vanguardias de moda.

Las imágenes que aparecen en este post no son las mías, ya que Belleza Pura no es un ego-blog. Te presentamos dos cortes de su colección de temporada inspirada en diferentes cócteles. El primero en rubio con acento azulado en las puntas se llama Dry Martini y el segundo en rojo fuego es Bloody Mary.

¿Te atreves a hacerte un corte y cambio?

Juan, por Dios!

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