bruxismo

Chck, chck, chck, chck, chck… ¿Nunca te has sorprendido escuchando este ruidillo de “froti-froti” marmóreo en mitad de la noche? El causante puede ser tu pareja, tu hijo, y por supuesto tú misma.

Este rechinar involuntario de los dientes durante el sueño se llama bruxismo, y afecta a entre un 10 y un 20% de la población mundial. Puede provocar dolores de cabeza, de oído y hasta problemas en músculos de la cara, cabeza y cuello.

¿Qué lo genera y cómo atajarlo?

Existen dos clases de bruxismo: céntrico (apretamiento) y excéntrico (rechinamiento), y este problema puede ser nocturno o diurno –imagínate qué papeloncillo-.

El bruxómano nocturno toma consciencia de su problema gracias a la advertencia de los compañeros de cama o de habitación; o incluso del dentista, que advierte la destrucción del esmalte y la dentina.

El dentista Iván Malagón, opina que : “el bruxismo siempre está asociado al estrés, pero se manifiesta en pacientes que no tienen estabilidad en su manera de morder, cuando el engranaje  entre sus dientes no es el adecuado”. Esta idea ha sido demostrada por la Universidad de Helsinki y por el departamento de psicología de la Universidad de Loyola, en Chicago, que sugería que la combinación de estrés y personalidad con rasgos agresivos y competitivos es el caldo de cultivo perfecto para este problema.

Las consecuencias del rechinar de dientes son un desgaste excesivo y  la sobrecarga de los tejidos de soporte del diente que llega a causar la movilidad dentaria y la posterior pérdida de dicho diente, a medio plazo”,añade el Dr. Malagón.

Con esto en mente, ¿cómo tratar el problema?

Lo primero es localizar la causa. En la mayoría de las ocasiones, mejora mucho alineando los dientes y realizando un “ajuste oclusal” para ganar la estabilidad deseada. Otras veces, es necesaria una combinación con terapias antiestrés.

En los casos en que el problema es tan severo que ya ha causado daños irreversibles a los dientes, se puede ayudar al afectado con una férula o desprogramador, que evita que los dientes superiores e inferiores contacten entre sí durante los periodos de bruxismo nocturno.

Aunque este tema parezca sólo cosa de adultos, lo cierto es que también se da en niños. Sobre todo, entre los 4 y los 6 años; el problema puede desaparecer por sí solo cuando salen las piezas permanentes.

Si observas que tu hijo bruxa con frecuencia, conviene que un especialista valore un daño futuro, ya que puede ser simplemente fisiológico o ir un poco más allá y ocasionarle desgaste dental y problemas en las encías.