Apagado, tristón y semivacío de VIPS , famosos, curiosos, paseantes, ‘fashionistas’ y periodistas hemos visto el recinto de la Mercedes-Benz Fashion Week (MBFW) primavera-verano 2013. Estaban todos aún en la playa, en la casa de veraneo de sus padres o en el hotelito rural de montaña sin la mente puesta aún en el trabajo y las pasarelas. Es evidente, porque en los relumbrantes stands de las grandes revistas femeninas no había colas, ni mucho degustador en los chiringuitos de ron con mango gratis ni manadas de merodeadores de pelo multicolor y crestas por la especie de mercadillo de marcas que siempre se monta alrededor de los desfiles.

 

Ni siquiera había muchas espectadoras en el espectacular y ovalado stand de L´Oréal Paris, en el que incluso se ofrecían demostraciones de maquillaje, para lanzar su nueva colección de maquillaje Divinissime. “Es una pena, la intención de IFEMA al adelantar las fechas era buena; no quería chocar con la Fashion Week de Nueva York. Pero el cambio ha provocado unos desfiles muy regulares, un ambiente mortecino y la ausencia de profesionales y compradores”, piensa Jesus Mari Montes-Fernández, director del programa ‘Sólo moda’ de la 1 de TVE, que saludaba al cocinero Sergi Arola.

Como siempre mucha tribu de ‘piercings’, crestas multicolor y disfraz para llamar la atención, pero esta vez más cutre. Demasiados jovencitos con bocata, para no pagar los seis euros del plato de mediocre paella que sirven en la cafetería y demasiados metros de moqueta negra apenas pisada. En el backstage, Yolanda López, responsable de maquillaje, azuza en la sala de L´Oréal Paris: “Por favor, que preparen las pestañas para Juanjo Oliva…”. Allí sí se respira nerviosismo y se termina de peinar a la modelo…, una escuálida valkiria, cuyo pelo rubio contrasta con el de la cantante Cristina Labuat o el negro azabache de la coleta de la maniquí Cristina Borondo, con los labios en rojo geranio. Aburre toparse con Cuca Solana – directora de la muestra, muy seria, como siempre- que sobrevive, subida a la pasarela, a gobiernos de izquierda, derecha, crisis o subidones. Tampoco se ven periodistas extranjeros ni actrices de relumbrón. Poco glamour. Parece que en esta edición todos coincidimos: lo mejor no está en IFEMA sino que estuvo en el jardín de ‘El Capricho’, el lugar mágico donde el más mágico de nuestros diseñadores, y el único español que ha desfilado en la alta costura parisina, Josep Font, se estrenaba como nuevo creador de Jesús del Pozo.  Allí vimos los mil y un matices que extraía de cada color el modista madrileño, pero filtrados por el pasapures de la imaginación de Font. Merece la pena la apuesta y que en paz descanse Jesús, que tanto vuelo y vapor ha dado a la moda española.