A veces me descubro contemplando a mi retoño (de 7 años) con prisma profesional antes que con arrobado pasmo materno. Me explico, poso la mirada sobre él y pienso: “Jopé, qué buena piel, qué tono más uniforme, qué tersura, qué todo, y sin cremas con ácido hialurónico, ni vitamina C, todo agüita del grifo”-, me digo mientras me toco mi propia piel y pienso un poquitín en la fugacidad de la vida y en que tengo que tender la colada.
¿Cuánto tiempo se puede alargar el capital dérmico innato, una vez superado el frenesí hormonal y asumido que no sale a cuenta tomar el sol como un lagarto?
Quizá te encuentres a partir de tus 30 con una piel tirando a sofocada por factores como las hormonas, la excesiva exposición al sol, quemaduras o intervenciones de cualquier índole; una piel que notas apagada y alipachucha.
El motivo es que las células van perdiendo su capacidad regenerativa con el paso de los años –y la batería de descuidos o causas ajenas a nuestra voluntad-, con lo que la piel va ofreciendo un aspecto más marcado, menos lozano.
Bioderma lanza Matricium en la idea de ayudar a las pieles agredidas a favorecer la regeneración celular, prometiendo una aproximación a una piel veinteañera. ¿Sobada palabrería de marketing? No, sube que te llevo.
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