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Creo que el frío del crudo invierno causa casi más estragos en mi dermis que el calor. Peor si a eso le sumo el aire seco y contaminado de esta ciudad en la que vivo, la piel no se me cae a pedazos de milagro. ¿Qué tal tienes la piel? El frío puede causar una deshidratación profunda de los tejidos y los cambios de temperatura y de humedad rompen el equilibrio de la piel. El resultado es tirantez, sequedad e irritación. Para evitar que el helador invierno se apodere de toda el agua de nuestro abrigo natural, es importante seguir una rutina que evite que se deshidrate en exceso.

El cutis es la parte del cuerpo más expuesta y sufre especialmente las consecuencias del frío, por eso hay que aumentar los cuidados. Para la limpieza semanal, elige exfoliantes muy suaves y después aplica una mascarilla hidratante. También ayudará que aumentes la untuosidad de tu hidratante, en invierno tu piel demandará texturas más cremosas. Tampoco te olvides de la protección solar, los rayos del sol, aunque no los veas, siguen siendo agresivos –ya ni hablamos si practicas deportes de invierno, en ese caso no bajes de SPF50 bajo ningún concepto-. Mucho cuidado con los cambios bruscos de temperatura tan propios de esta época del año, porque son muy perjudiciales para la piel. Evita acercar el rostro a focos de calor y lávate la cara con agua templada, con el frío, los capilares sanguíneos se contraen y con el calor se dilatan, esto puede dar lugar a la temida cuperosis.

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La siguiente damnificada es la piel del cuerpo, ¿cómo es posible que las garras del invierno lleguen hasta ahí si vamos tapados como cebollas? Opta por hidratabtes texturas muy untuosas y aplícalas con la piel húmeda para que penetre mejor. Tampoco descuides la hidratación capilar con una buena mascarilla.

Y no nos olvidemos de las manos y los labios, los más sedientos en invierno. Utiliza a diario una hidratante, llévala siempre en el bolso para echarte siempre que te acuerdes y aplica una buena cantidad antes de acostarte para que repare durante la noche. Los labios merecen un aparte, pobrecitos míos el día que te olvidas del protector labial.

Todo esto es lo que puedes hacer exteriormente, desde dentro, es importante beber mucha agua, e incluir en la dieta alimentos ricos en vitaminas, como frutas y verduras, que nos ayuden desde el interior.

Y si no te olvidas de tu piel, tampoco descuides la de tus hijos: bañarlos con agua tibia, ni muy fría ni muy caliente, ser constantes con la hidratación e insistir en que lleven guantes para evitar un repunte de la dermatitis atópica tan común en los niños, o procurar que la zona de la boca esté limpia y seca para evitar lesiones, son algunas de las recomendaciones de los dermatólogos.