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Como bien sabréis las asiduas al gimnasio, cada cierto tiempo surge una nueva iniciativa deportiva ‘de moda’ para favorecer la adhesión a la actividad. Y al gimnasio, los atuendos, los DVDs…

Zumba ha sido el último boom, una manera sencilla y divertida de deshacerte de las calorías extra bailando.

Como bien sabréis también, una escasa parte de la población se sumerge durante estas fechas en el fragor dietético, además de en las convenientes palizas ‘preplaya’ en el gimnasio. Otra parte mucho mayor se esfuerza, aun sin haber oído hablar jamás de éstos, por rozar los mínimos diarios recomendados por la OMS. Lo de la pirámide nutricional creo que son palabras mayores…

Zumba propone una especie de trasvase calórico: donar las calorías quemadas durante la práctica al United Nations World Food Programme y a Feeding America. De tu lorza a su oquedad pasándotelo bomba. Más cómodo y limpio imposible.

ricos y pobres

The Great Calorie Drive es el reto de Zumba para “combatir el hambre en el mundo”. Dicho así es posible que te suene pomposo o naif. A mi juicio es ambas cosas, a las que se añade una mano invisible agarrando fuerte y por ahí una concienciación burda.

Como azarosos habitantes de países privilegiados, tenemos que vivir con la culpabilidad de saber que nuestro estado del bienestar –cada vez más modesto, pero ése es tema aparte- se sustenta sobre la explotación del tercer mundo. Por suerte, hemos elaborado un sinfín de discursos racionales para convivir no sólo con éste, sino con otros complejillos burgueses que al parecer, nos crean pesadumbre, desazón y un molesto cargo de conciencia. Ya tú sabes. “Me horrorizo 3 segundos ante las imágenes de los desahucios y luego debato durante horas si Fulanita se ha pasado con el botox”, “Qué penita me dan los niños esos con la tripa hinchada y rodeados de moscas, si pudiera les enviaría todas mis verduras”. Hay algo en todo esto que hace que me rebele. ¿Qué será?

Pero que no sea yo quien impida que Zumba y sus danzarinas seguidoras acaben con el hambre en el mundo. En otoño pediremos la paz.

El proceso es el siguiente. Desde el 1 de abril y hasta junio de 2013 –meses idóneos para alzarnos furibundos contra la gras… digo, contra las injusticias-, puedes descargar la aplicación de Zumba Fitness para dispositivos móviles (iOS y Android), en la App Store o en Google Play.

Aplicación en ristre, te registras en la clase de Zumba más cercana y bailas el doble, que es por una buena causa. Las calorías quemadas se donarán automáticamente al PMA (Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas). 750 kcals se traducen en 0,14 USD. Se desafía a llegar hasta 2,6 millones de calorías, que equivaldrían a 3,5 millones de comidas. Desde luego es una ayuda.

El fin de este invento de Zumba, y de cualquiera que se le asemeje, me parece loable. Es el medio lo que perturba mi paz de espíritu occidental nacida en España por designios que se me escapan, pero no ajena a cómo es el mundo que nos rodea: hipócrita, marketiniano y capcioso. ¿Podrá el Zumba iluminar mi noche oscura del alma además de hacerme perder centímetros?