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Se abre el telón. Aparece el logo de Bourjois y una encina jienense muy concreta. Se cierra el telón. A ver, la chavala ésa con cara de avispada, ¿qué tienen en común maquillaje parisino con botánica española? Tic, tac, tic, tac… Sí, señora, ¡que ambos son centenarios!

La firma francesa está de enhorabuena. Este año ha impreso en su ADN el círculo vital número 150. 150 años dedicados a embellecer damas de la cabeza a los pies, ofreciéndoles soluciones tan pintiparadas como prácticas. A la mujer Bourjois se la ve. No hay más que bucear en los orígenes de la marca para comprender por qué hoy fabrican productos tan solventes como llamativos: el teatro tiene la culpa.

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Bourjois fue la primera firma europea en servir maquillaje al teatro. Su prima lejana Max Factor hacía las veces en EE.UU., para el cine.

La firma nació en 1863 de la imaginación de un hombre que conocía el mundillo desde dentro, el actor Joseph-Albert Ponsin.

Sus primeras creaciones fueron barras de maquillaje muy grasas en colorida variedad y evocadora fantasía nominal (“Enamorado”, “Celoso”… como para dar enseguida con el personaje)

Fue su heredero, Alexandre-Napoleón Bourjois, quien desarrolló la firma y dio el empujón internacional a un imperio que, a finales del siglo XIX, ya contaba con 700 referencias.

De “Proveedor de productos para el teatro” a “Fábrica Especial de Productos para la Belleza de las Damas” no hay tanta diferencia. Al fin y al cabo, hasta el maquillaje más natural supone un acto de transformación hacia el tipo de mujer que se quiere mostrar a la audiencia, sea pública o íntima; y los productos se caracterizan por su manejo sencillo y sus accesorios ultra-prácticos para sacar el máximo partido al asunto, maquillarte en 10 minutos… Lo que te exija, y perdón por lo manido de la imagen, el ‘teatro de la vida’.

El Bourjois de los doble cero ha presentado sus novedades para la Navidad. Ponte cómoda en la butaca, será difícil que no veas algo que te cautive.

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Reconozcámoslo sin ambages: a todas nos molan las pestañacas. Desgraciadamente, aunque la naturaleza te hizo lista y guapa, quizá no te pobló demasiado los párpados. Don´t worry, siempre puedes tirar de postizo, tanto en acabado natural y discreto (pero notable) o directamente muy enfático.

Precios: desde 5,70 euros para las pestañas sencillas a 11,70 euros las más tupidas. Incluye cola.

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También para las pestañas, llega un accesorio fantástico para pintarlas en un periquete sin mancharte los párpados: el cepillo en forma de lazo.

Por un lado, parapeta tu párpado mientras te pones las capas de máscara que quieras. Por el otro lado tienes el cepillito para separar los pelos de paso que los atusas. Muy útil para un maquillaje apresurado preciso. Se vende junto a una máscara de súper volumen.

Precio: 9,90 euros.

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Para las uñas, me ha robado el corazón el look Braque, inspirado en la obra “L´Oiseau noi, L´Oiseau blanc”. Un dúo dinámico en rosa y amarillo al que se añade un stick con forma de pajarito negro o blanco. El nail art más arty y ‘gafapasta’ de la temporada.

Precio: 8,75 euros.

Todo esto y mucho más, en El Corte Inglés.