Charles Wilkin

Charles Wilkin

Ambigamia, o la última-etiqueta-del-amor que nos llega directamente desde las procelosas –a veces, algo turbias- aguas de internet.  ¿Qué es? ¿Cómo funciona? ¿Es posible que lleve un ambigamista en mi interior?

Se trata de una filosofía para abordar y pactar la pareja de una manera respetuosa. Elaborada, según defiende su teólogo Jeremy E. Sherman, a partir de “la psicología, la espiritualidad, las ciencias sociales e incluso la ciencia”*. Una suerte de equilibrio ciertamente confuso entre las contradicciones que presenta una relación de pareja exclusiva, entre aquello que nos pide el cuerpo, el compromiso adquirido y el raíl que define nuestra cultura. Eh, y entre, uhm, la ciencia.

*Inserte aquí su onomatopeya preferida, o su ristra de adjetivos, lo que le resulte más adecuado.

Juergen Teller & Charlotte Rampling

Juergen Teller & Charlotte Rampling

La relación de pareja heterosexual ha evolucionado una barbaridad: contextualicemos.

Perdido en los siglos, en nuestra sociedad, (pero no en todas), queda el tiempo en que el matrimonio se circunscribía a un contrato por motivos estrictamente pecuniarios. A un concilio entre familias basado en intercambiar a la hija por un quítame allá esos terrenitos, esos maravedíes, ese ganado o esa deuda de honor entre varones.

En el S. XVIII, la literatura romántica inocularía el veneno en los corazones más permeables. Y la cortapisa [WARNING, ironía] para tan encomiable y práctico tráfico de consanguíneos. El amor ennoblecedor impregnaba Europa, modificando el corpus social lentamente, al ritmo en que las distintas regiones y grupos sociales asumían las nuevas normas del matrimonio íntimo. En Inglaterra, la exaltación del matrimonio por amor llegó al paroxismo entre 1760 y 1770, mientras que los franceses todavía estaban comentando la novedad del ‘matrimonio por fascinación’  a mediados del siglo XIX. Muchas familias de clase obrera no adoptaron las nuevas normas de la intimidad marital hasta el siglo XX.

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Con esta trayectoria histórica heredada, y con el matrimonio para-toda-la-vida más demodé que nunca, recibimos hoy las nuevas y muy abundantes ‘tendencias’ en materia amorosa. El siempre renovado debate sobre la bigamia, el adulterio, la feroz –y profusamente argumentada- crítica a la monogamia, los swingers, el ‘matrimonio feliz’ -y sus marketinianos y lucrativos ríos de tinta detrás-…

La ambigamia se presenta como la última, y quiero suponer, no muy relevante, teoría con la que afrontar eso tan complicado de relacionarnos en estrecha convivencia con otra persona. A mi juicio, una serie de obviedades y eufemismos que forman un conjunto de libre interpretación –ahí radica el éxito-, con la detestable pátina de la ‘inteligencia emocional’ -la cualidad más ponderable de una bloguera de moda-. Para que nos pastoreen con un discurso que imita la peor raigambre de la autoayuda al cobijo de una ‘eminencia psicológica y espiritual’. Les dejo con los preceptos del señor Sherman (recientemente divorciado tras un matrimonio de 17 años), para que los rumien y les encuentren aplicación en su casa.

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1. Amor = Seguridad + Libertad

¿Cómo deben ser las relaciones personales, con padres e hijos, amantes, pareja o amigos? Para los ambigamistas, el bienestar es el fruto de una negociación entre ambos miembros de la relación para equilibrar la libertad y la seguridad, de modo que quede preservada la intimidad y que la libertad de uno no suponga una amenaza para la libertad del otro. Según Shelman, cuando preguntamos “¿me amas?” en realidad estamos preguntando “¿estoy a salvo aquí?”. Por el contrario, cuando decimos “te amo” estamos diciendo “sé tú mismo conmigo, sé libre”. La clave está en hallar un punto sano entre la libertad y la seguridad, sin caer en el libertinaje o en la opresión.

2. Espiritualidad = Amar + Dejar ir

¿Merece la pena amar algo que, con el tiempo, tendremos que dejar marchar? Para las personas que creen en la ambigamia esta cuestión no plantea ningún problema, porque precisamente su manera de ver las cosas radica en asumir el conflicto que genera la tensión entre amar algo y dejarlo estar.

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3. Evolución = Estabilidad + Variación

Por un lado, se trata de mantener estables una serie de cosas y, por el otro,no parar de probar cosas nuevas y de innovar en todo tipo de ámbitos. A veces se ha definido la evolución como “la variación con una retención selectiva”: esa es la definición que siguen los ambigamistas.

4. Trabajo = Concentración + Juego

Quien practica la ambigamia se siente feliz cuando se siente seguro y libre, creativamente concentrado, comprometido pero relajado, en intensa colaboración entre la diversión y el esfuerzo.

5. Intención = Libertad + Voluntad

Se trata de combinar la flexibilidad para cambiar de parecer con la concentración de centrarnos en lo que deseamos, de modo que esta sea lo suficientemente poderosa como para que nuestra voluntad tenga cabida.

6. Ironía = Seriedad + Humor

Es el reflejo de lo antes mencionado trasladado a la ironía: el compromiso con una postura que, no obstante, queda balanceándose con la posibilidad de cambiar. Esa ironía que expresa algo así como: “Lo sé con certeza pero, oye, ¿quién sabe?”.