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¡Cámara y acción! Como si estuviera frente al mismísimo Satán o con deprimente cara de pánfila: así sale servidora en todas las fotos.

No es cuestión de fealdades, hago por consolarme con cariño –porque yo me lo digo todo-. Es que en cuanto veo una cámara me asusto y encojo, sea porque me va a robar el alma, como creen algunas tribus más evolucionadas que la nuestra, porque va a descubrir más de lo que quiero o porque me resulta impertinente tener que poner caritas interesantes por obligación.

En esta era nuestra de selfies, belfies, footfies y dios sabe que más milongas bidimensionales, hay quienes vivimos rezagados en la escala social, proscritos contrahechos en un rincón de la escena, marginales outsiders que no saben ni guiñar el ojo y retorcer la lengua a la vez. ¡El mundo se pierde nuestra vivaracha y turbulenta vida interior! Y no digamos nada de los desatados goces de la exterior.

Es tiempo de pasar de gusano a mariposa. Ha llegado la hora de aprender ciertos truquillos que dan soltura ante la cámara. Para alcanzar la gloria y que la posteridad de Facebook nos recuerde como siempre fuimos: jóvenes, felices y bellos.

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1. Copia sin recato.
Así es, darling. Aquí y en todo: copia, copia y copia. Las más elevadas y admirables manifestaciones artísticas son una remezcla de una idea anterior. Busca, elige, compara, y halla inspiración en las poses de modelos y blogueras que saben cómo colocar el cuerpo ante la cámara. Siempre hay alguna tendencia en ristre, sea la victoriosa V o el ssssh de las celebs. Fíjate en lo que hagan Alexa Chung o Cara Delevingne, esas mozas raramente dan un paso en falso.

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2. No mires directamente a la cámara en todas las fotos.
Resulta aburrido y queremos un book que refleje tu compleja y procelosa identidad de instagramera de pro. En lugar de eso, sigue a tu nariz. Mira a donde apunte tu nariz, pero no dejando vagar la mirada a la deriva, sino cargándola de intención. Esto conseguirá que tu vista se pierda fuera de campo, aportando una atmósfera distinta, intrigante y natural.

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3. Desequilibra los hombros. Mueve el eje. Crea diagonales.

Esencial.

Ponte frente al espejo completamente recta. Ahora gira un poquito el hombro y eleva la rodilla que queda frente al espejo. La cosa gana en gracejo y donosura, ¿verdad?
La técnica del contrapposto no tiene misterios para el Homo Retratato desde los griegos, quienes exploraron distintas perspectivas en sus esculturas. Tuércete, inclínate, muévete con garbo y descubre nuevos y sorprendentes ángulos de tu cuerpo. El dinamismo añade expresividad a la imagen.

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4. Barbilla hacia fuera y baja.
Baja para estilizar el rostro. Ligeramente proyectada hacia fuera para estirar el cuello y que no asome una mijita de papada o pliegues.

Resulta siempre muy recomendable ensayar un poco ante el espejo. Hemos dicho un poco pero no tanto, Julio Iglesias, seguro que tienes más lados buenos…

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5. ¿En boca cerrada no entran moscas?
Eso decía mi abuela aunque estuviéramos comiendo bajo techo, ¿por qué insistiría tanto? Fuera como fuere, la boca ligeramente entreabierta, seguramente el tic más famoso de Kate Moss, consigue un efecto más distendido y natural. Y claro, más sexy. En recomendable ensayarlo cuidadosamente para no parecer tonta antes que mujer fatal o directamente buscona. Andése con tiento puesto que se trata de un equilibrio muy delicado: ninguna señorita transigiría con esa estampa.
Si es usted varón, por el contrario, le interesa más cerrar la boca y apretar las mueles para definir el maxilar alrededor del pómulo. A lo gladiador. Ya sabe cómo.

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6. Mueve los pies.
De nuevo, se trata de buscar movimiento y dinamismo. Una pose de cuerpo entero resulta mucho más interesante en plena caminata –mira a los Beatles en Abbey Road– que en desasosegante estático.
Alza una pierna con coquetería, apoya la punta en el suelo, haz como si bailases, salta…

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7. ¿Dónde meto las manos?
Un elemento compositivo clave: las manos torpes y desvaídas destrozanla foto y las bien planificadas la subliman al infinito.
Ensaya unas cuantas poses comodín para ir cambiando. Miranda Kerr, por ejemplo, es toda una experta en tocarse el pelo con recato de novicia.
Cuando repases tus fotos, fíjate especialmente en cómo las colocas y pregúntate, entre dónde venimos y adónde vamos, si estaría mejor la mano más alta, más abierta o más ligera. Pronto aprenderás a convertirlas en una voz más en la escena.