AMEDEI-en-baja

Tiendo a desconfiar de las personas a quienes no les priva el chocolate. ¿Ustedes no? Es negarse al Placer Divino, y eso sin duda debe ofender a la vida misma.

El legado de los aztecas, los primeros en descubrir sus propiedades terapéuticas, ha llegado a nuestros días en deliciosas variedades. Y de eso va el Club del Chocolate, de reunir unas cuantas bajo el criterio de la exquisitez. Ustedes no sé: yo me rindo. Citando –a conveniencia- a Groucho Marx, es la primera vez que quiero ser socia de un Club que admita a gente como yo.

AKESSON'S-en-baja

Cremas, bombones, tabletas, chocolatinas, perlas, virutas, y no sigo porque temo que me sobrevenga una ‘pequeña muerte’ y  no es plan, componen el catálogo virtual –pero casi espiritual- en el que elegir a vuelasmartphone y según preferencias y miramientos (porcentajes de cacao, orgánico, crudo…)

PRALUS

¿Más razones, aparte de la caricia al paladar y al ánimo? La trepidante masa de nuestros amores goza cada día de mejor prensa y elogiosos avales científicos. El chocolate contiene minerales y antioxidantes, ácido oleico  y vitaminas, lo que se traduce en una maquinaria interna bien engrasada. Y hablando de la ruin de Roma, la innombrable, la que se nos incrusta y no dimite fácilmente –no es Ana Mato que ya ha tenido a bien, sino nuestra-amiga-la-petarda-, la grasa-, recuerden este consejo que me dio un sabio guerrero apache mientras mascaba granos de cacao: no hay moderación sin estilo, ni embriaguez grata sin autocontrol.

Más de todo, en la web del Club del Chocolate.